Inside Out

¿Qué vertiente de la vida es más intensa? (I)

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A estas alturas, a pesar de que hay quien se resiste a considerar que las reflexiones, pensamientos, gritos en silencio, quejas, agradecimientos (de estos pocos se ven por lo general, considerados casi síntomas de pusilanimidad) dramas o pataletas que explayamos en las redes son reales, poco podemos dudar de que la vida virtual es tan cierta como las actividades cotidianas.

Para despejar dudas al respecto hagámonos un par de preguntas: ¿qué es lo primero que hacemos al levantarnos?, ¿cuánto tardamos en comunicarnos con nuestra (sin tono sarcástico) adorada audiencia? miraremos los mensajes, menciones y alertas y nos daremos, ahora en la versión breve, los buenos días. Una pausa para el desayuno: café o té y tostada, cereales o galletas. A lo mejor incluso sincronizados con parte de nuestra pandilla virtual.

A lo mejor lo de adorada es exagerar. Sin embargo sí que hay personas cuya lectura nos alegra la jornada. Pequeños y grandes referentes de sensatez, reformuladores de quejas hacia lo constructivo, que aportan una perspectiva en la que no habríamos caído. Dispensadores de la sensación de que el día va a ir bien (o en su defecto, un poco mejor o un poco menos mal) porque sabemos que están ahí, con la provisión de placidez. Se convierten en un avatar de tranquilidad potencialmente equiparable a las palabras de seguridad sugeridas en una conversación terapéutica. Aplacan los primeros signos de ansiedad o ira antes de ir a mayores.

En este sentido diremos, sin equivocarnos mucho, que las redes disponen de una vertiente luminosa y positiva, oh, ¿igual que en esa famosa vida real? No todo es blanco impoluto o negro abismal. Hay matices intermedios ¿Dónde está el mal entonces? También sabemos las respuestas, aunque nos cueste validarlas: dependencia y autoestima variable en función del juicio externo.

—Estoy bien porque mis publicaciones divertidas son las que más gustan.

—Esta vez me han dado sólo equis likes, ¿qué estoy haciendo mal?

¿Quiere eso decir que debiéramos erradicar el uso de cualquier dispositivo porque nos hace huraños, maleducados, insensibles, egoístas o vacíos?  No, sólo indica la medida del valor que hay que darle a cada dimensión y a cada objeto.

La distorsión se produce al trasladar estas visiones a un objeto inanimado haciéndole responsable, iniciador y causante de nuestros defectos o miedos, sólo pendientes de qué vamos a mostrar a los demás para ser más populares, sabiondillos o polémicos. La pregunta que cabría hacerse es ¿por qué sentimos la necesidad de exponer casi cada fragmento de nuestra existencia públicamente? Casi cada acto registrado va a suscitar la curiosidad de algunos. El me gusta me hará sentirme parte de un pequeño grupo. Los momentos de soledad, siquiera a tiempo parcial, generan absoluto pavor. ¿Qué puedo decirme a mí mismo si no estoy con alguien?, ¿Cómo voy a manejar la angustia?

— Si no estás en la red, no eres nadie.

Cualquier red social puede ser interpretada como un amplio escaparate en el que mostrar el talento y la capacidad, elaborar una hábil estrategia de autopresentación o promocionarse con un objetivo concreto, el valor del like es también de agradecer. Significa el reconocimiento de un trabajo bien hecho, un aporte de valor. Un estímulo para seguir en esa línea, subiendo el nivel.

Del mismo modo que en la vida física nos comportamos de una manera determinada, más o menos frívola (diferente al sentido del humor, aunque a veces se solapen y parezcan lo mismo), en la faceta virtual nos expandimos en la misma dirección. Intentamos mostrarnos en nuestros perfiles como aquellas personas que nos gustaría ser (modalidad angelical, villana o polemista por ocio), en una versión mucho más perfeccionada.

El peligro del anonimato en el que nos creemos protegidos es la carga de vanidad que proporciona. Nos visualizamos pensando en alto, escribimos y publicamos casi todo aquello que nos pasa por la mente, buscando un resultado inmediato. Piezas de significado inocuo o específico en su contexto original. ¿Somos conscientes de que lo que decimos, el modo, la forma o la sintaxis, correcta o no, son nuestra carta de presentación al mundo?

Quien busca deliberadamente hacer daño en esa trinchera no será muy diferente en la variante de vida exterior. Un poco de observación mostrará si es un lobo con piel de cordero, lanzador de puyas sutiles envueltas en —Es broma, eh— enmascarado en una personalidad histriónicamente encantadora.

Esta es la situación a nivel individual, insertos en un grupo* la cosa cambia un poco.

Ojo, esto no es un fenómeno nuevo.

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*Individuo vs Grupo

El ser humano, en solitario, tiende a la acción y a la responsabilidad de sus actos. En una situación grupal la conciencia se diluye, se produce el fenómeno social conocido como difusión de la responsabilidad, consistente en la no asignación de la responsabilidad de forma explícita. El psicólogo Stanley Milgram realizó experimentos relacionados con la obediencia a la autoridad (1963) concluyendo que:

“El grupo es el modelo de comportamiento de la persona, teoría del conformismo, y que la esencia de la obediencia lleva a la persona a observarse como un instrumento que realiza los deseos de otro y, por tanto, no se considera a sí misma responsable de sus actos, teoría de la cosificación.”

La difusión de la responsabilidad nos conduce a la explicación de la inconsciencia colectiva al contemplar, impávidos, cómo otros realizan actos reprobables para el individuo en solitario. “Como todos lo hacen no es tan grave”. Esta línea de pensamiento conduce, por ejemplo, a registrar el evento en cualquier dispositivo para posteriormente colocarlo en un registro de actividades como ‘demostración’ de que ‘yo también estuve allí’ (y al estar en un grupo no hice nada por parar una situación injusta, también lo podrían haber hecho los demás).

Como no podía ser de otra manera, la red se utiliza igualmente para desprestigiar y vilipendiar a algunos que, por la imprudencia y la vanidad, hacen públicas opiniones y/o detalles de su vida íntima que pueden convertirse en la espada de Damocles en el momento en que las tornas cambien.

Privacidad y doble moral

Carreras brillantes han caído por la misteriosa aparición de material de una vida anterior tergiversado y usado como instrumento de venganza fuera de su contexto original. El fenómeno de la doble moral elevado a la categoría de juicio universal por la difusión consciente o accidental de contenidos u opiniones que debieran permanecer en el ámbito de lo privado. Pongámonos en un supuesto: dimisión de un cargo público porque salen a la luz instantáneas de cariz sexual (comportamiento privado que no tiene por qué suponer una amenaza pública) vs posibilidad casi descontrolada de almacenar un arsenal de armas en casa (potencial amenaza pública y privada) y eso se pase por alto. Pensemos también en los casos de acoso invisible que pueden trasladarse del entorno físico a las redes o incluso a esos grupos privados de mensajería instantánea en los que el más cizañador es el rey. Y ninguno de estos dos últimos son chiquilladas o bromas, por tentador que sea aludir a esas excusas para evadir la responsabilidad y la culpa.

—Como todos lo hacían…

Es más que probable que todos tengamos pequeños o grandes  secretos. Hasta el momento presente casi el único medio de difusión, falseamiento y tergiversación de los mismos era el boca a boca. Inmersos en el modo masa en el que pretendemos guarecernos ahora somos nosotros mismos los que los hacemos públicos, intentando liberarnos de la presión que supone llevar esa carga. Y desconociendo el potencial riesgo de lo que exponemos implica para nosotros mismos o cualquier persona involucrada. O conociéndolo en parte y queriendo experimentar la necesidad de vivir al límite.

Conclusión: sentido común, desconfianza de la sesgada primera impresión, lealtad, capacidad de observación o discreción se han convertido en superpoderes.

A veces escribo cosas, otras las vivo y el resto las pienso. En las vidas mental, física y virtual pueden entrelazarse e interrelacionarse las cosas. Y, más aún, ser útiles los aprendizajes y experiencias de unas en otras. ¿No os ha pasado alguna vez? Ah, también juego y 'estrimeo', con un alterego, de vez en cuando, pero de eso ya hablaremos en otra campaña.

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