Ciencia

Teoría de los colores de Goethe

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Aunque mundialmente celebrado y reconocido por Fausto, el poeta alemán Johann Wolfgang von Goethe reconoció Teoría de los colores (1810) como su obra más importante. Se trata de su investigación acerca de la naturaleza y las sombras del color, cuya teoría esbozó durante cuarenta años, llegando a la conclusión de que los colores son parte de nuestra visión y, por tanto, una percepción sensorial antes que nada. Con base en el hombre* como observador, afirmó que la visión tenderá siempre a la totalidad y a la unidad, como podemos ver con las sombras de colores. Cuando sale el sol, durante unos instantes la luz anaranjada del sol proyecta sombras de un azul verdoso. Estas sombras son en realidad grises, y son nuestros ojos los que forman ese azul verdoso para contrarrestar la intensidad de la luz anaranjada. Una luz verde proyecta una sombra gris, pero si una luz blanca ilumina esta sombra, el gris torna magenta. Si nos aproximamos a esta sombra hasta que ya no podamos ver los contornos sino sólo la propia sombra, deja de parecer magenta y vuelve a ponerse gris. Es decir, si vemos la sombra aislada, es gris; pero cuando la vemos dentro del contexto del que forma parte, nuestra visión invoca una sombra magenta, color complementario del verde. Luego, si iluminamos con una luz violeta, nuestra visión crea el color complementario amarillo por cuenta propia. Con la luz azul pastel, creamos el color complementario rojo. Ya que, cuando nos vemos sometidos a una influencia de color uniforme y externa, creamos el equilibrio y la armonía, formando un color complementario en el interior. No obstante, las sombras de colores no pueden verse por sí solas sino sólo en el contexto en que aparecen. No tienen longitud de onda y, por tanto, no pueden medirse. Así que, de acuerdo con los científicos, no existen, y se las califica de ilusión óptica. Sin embargo, las vemos.

Rueda de colores

En la rueda de colores, Goethe incorporó los principios genéricos que descubrió. Por ejemplo, los colores complementarios, los pares armónicos de colores, están situados uno frente al otro. Los pares armónicos son una expresión de la relación entre el hombre que ve y el mundo de los colores. Cuando el mundo nos muestra un color, nosotrxs respondemos con su otra mitad. Los colores son unidades de información, y las unidades de información son aquello que crea el universo. No la materia, no la energía, sí la información, lo informe, el cuerpo, lo insustituible, lo distinto, la otredad. Los colores nos muestran los principios en los que se basa la realidad que habitamos, afectándonos corporalmente. Por ejemplo, los tonos violáceos son espaciales, relajantes, como la lavanda y su infusión, mientras que el blanco sobre rojo nos provoca una sensación háptica, táctil, de prontitud temporal. Hay, pues, colores químicos en flores y árboles; colores fisiológicos como las sombras de colores; y colores prismáticos que surgen cuando la luz se refleja a través de un prisma. Así, los cristales y las gotas de lluvia pueden refractar la luz hasta mostrar todos los colores del arcoiris.

Tras haber construido un prisma triangular, el científico británico Isaac Newton presentó en 1704 su teoría sobre la refracción del color. En su experimento hizo pasar un rayo de sol por el prisma, refractando así su luz. Llamó espectro a los colores que surgieron, y dedujo que los colores son componentes de la luz blanca, es decir, que los colores estaban contenidos sólo en la luz. Para su asombro, Goethe, que conocía la teoría de Newton, vio a través del prisma que los colores surgían sólo en el límite entre luz y oscuridad, dado que allí donde sólo había blanco no se veían colores. Y vio también el doble de colores de los que había observado Newton. En su experimento, Newton intentó aislar la luz del sol en un cuarto a oscuras y luego a partir de deducciones geométricas extrajo su teoría.

Newton también "lo vio".

Newton también “lo vio”.

La observación abstracta y los experimentos aislados son la piedra angular de las ciencias naturales sobre las que se asienta nuestra sociedad tecnológica moderna. Durante doscientos años, la palabra clave de la ciencia moderna ha sido: objetividad. Goethe opinaba que la percepción sensorial era importante, debido a que nos sirve de enlace con el mundo y nos aporta conocimientos sobre él. Sus investigaciones se limitaban a la realidad que podemos ver y sentir, manteniendo la asociación entre las partes y el todo. Para adquirir conocimientos acerca del mundo, dijo que primero debemos desmantelarlo y luego debemos reconstruirlo para devolverle su verdadero contexto. Cuando Goethe describe los colores allí donde los ve, logra acceder por el mundo que se nos revela a través de los colores. Recalcó que era importante observar el fenómeno del color sin placer ni disgusto, sin expectativas ni prejuicios, porque, si los vemos como realmente son, se abren y nos cuentan otras historias.

Según Newton y el legado cultural de Occidente, los colores no son más que una cuestión de luz, por lo que nunca nos hemos preocupado por la oscuridad. Las ciencias naturales llaman a la oscuridad “ausencia de luz”, pero no se puede observar un rayo de luz o un rayo de oscuridad a no ser que esté rodeado por la oscuridad y por la luz. En la realidad visual, la luz y la oscuridad son iguales. Por ello -dice Goethe- no podemos hablar de luz sin hablar también de oscuridad. Si nos fijamos en los rayos, tanto la luz como la oscuridad pueden reflejarse. La ciencia describe la luz como haces de energía u ondas electromagnéticas. Pero, en el fondo, seguimos sin saber qué es la luz. Lo que sí sabemos es que sólo podemos verla cuando choca contra algo. Aunque los rayos de sol están por todas partes, en la oscuridad del espacio sólo los vemos cuando chocan contra los planetas. Lo que vemos son los planetas, no la luz en sí misma. La luz es invisible y sólo se hace visible cuando topa con la materia, como la luna, un paisaje o el humo, partículas que reflejan la luz, que brillan y que, como todas las fuentes de luz, son materia luminiscente.

Lo turbio

En la oscuridad encontramos la paz y la calma, cierta inconsciencia con respecto al poder que el Súper-Yo tiene sobre nosotrxs para controlarnos o perturbarnos. La oscuridad es la mitad de nuestras vidas, la noche, las sombras y la contemplación de espacios vacíos que contienen luz invisible. Asociamos la luz con la materia y la oscuridad con el espacio. Cuando cae la noche envolviéndonos con la oscuridad y la luz deja de iluminarnos, el mundo se vuelve frío y distante. Pero cuando amanece, el mundo cobra textura y presencia. En nuestra percepción de la realidad, materia y espacio son inseparables. Lo mismo ocurre con la luz y la oscuridad: forman una pareja fundamentalmente de opuestos, una polaridad luz-oscuridad. El contraste entre luz y oscuridad absorbió a Goethe, tanto como poeta como en calidad de observador de la naturaleza, y, en los fenómenos celestiales, estudió el encuentro entre la luz y la oscuridad y el nacimiento de los colores. Parte de la atmósfera de la tierra consiste en polvo y partículas que Goethe denominó das Trübe, lo turbio. En la troposfera, la luz se topa con la oscuridad y de ahí nacen los colores. Al amanecer y al atardecer, cuando la luz blanca del sol pasa por lo turbio, podemos observar la maravillosa imagen de los colores brillando en el cielo y en la tierra. Para explicar el fenómeno, Goethe hizo montar unos cristales incoloros pero translúcidos en la tapa de una caja, obteniendo el mismo efecto provocado por las cenizas y las partículas en la troposfera, el efecto Trübe. Cuando bajamos la tapa y miramos los cristales hacia la oscuridad de la caja, los cristales parecen azules. Cuando abrimos la caja y miramos a través de los cristales hacia la luz, se vuelven amarillos.

Este es el mismo fenómeno que da color al sol en el amanecer y en el atardecer. Vemos el sol blanco como si fuese amarillo y rojo porque lo vemos a través de la troposfera. Cuanto más densa sea la troposfera, más rojo veremos el sol. Los amarillos surgen como una interacción entre nuestra visión, lo turbio y el sol. Cuando miramos al cielo, lo que en realidad estamos contemplando es la oscuridad del espacio exterior, pero lo vemos azul cuando la luz del sol pasa por la troposfera que tenemos delante. Las partículas de la troposfera reflejan la luz, por lo que hay luz delante de la oscuridad. Cuanto más fina sea la troposfera, más azul oscuro veremos el cielo. Los azules surgen como interacción entre nuestra vista, la oscuridad del espacio exterior y lo turbio iluminado. Cuando miramos la oscuridad a través de lo turbio iluminado, vemos los azules. El azul es la oscuridad iluminada. Los azules nacen de la oscuridad con ayuda de la luz. Cuando observamos el sol que brilla a través de lo turbio, lo vemos como amarillo y rojo. El amarillo y el rojo son luz oscurecida. Los amarillos nacen de la luz con ayuda de la oscuridad.

Amanecer, atardecer... Sólo ilusiones.

Amanecer, atardecer… Sólo ilusiones.

La polaridad de la luz y la oscuridad se transforma en la polaridad del color con el azul y el amarillo. La luz es el punto de partida del amarillo y la oscuridad lo es del azul. Amarillo y azul forman la base de todos los demás colores de la rueda, así que Goethe los colocó uno frente al otro en un círculo, amarillo a la izquierda, azul a la derecha. Cuanto más denso es el amarillo, más rojo se pone. Lo mismo sucede con los azules. El azul pastel se hace cada vez más oscuro cuanto más denso es, hasta llegar al violeta. Goethe llamó a esto Steigerung o intensificación del color. Goethe demuestra en su teoría del color que el concepto de la intensificación se da en todos los fenómenos, por muy distintos que sean, siempre con el mismo patrón. Del amarillo al rojo, y del azul pastel al violeta. Con la puesta de sol, en el horizonte vemos como los azules se intensifican hacia la oscuridad del cielo y como los amarillos se intensifican hacia el sol que se pone. La Steigerung del azul va del azul pastel al violeta. En los fenómenos del cielo es donde más claramente se ve el surgimiento de los colores a partir del encuentro entre luz y oscuridad. Vemos tanto la intensificación como la polaridad del color. Por eso Goethe lo llamó el fenómeno primordial. Según el método científico de Goethe, los colores hay que describirlos allí donde los vemos. Por ello insiste en que nosotrxs mismxs somos parte del experimento. No podemos separar lo visto de quien lo ve -dice él. Pero, ¿qué es ver?

Los colores pertenecen a nuestra vista

La imagen se origina con el encuentro de la luz y la oscuridad. La imagen es la distinción de la luminosidad con la oscuridad. La percepción del mundo no es sino esta distinción. En ella encontramos nuestras coordenadas y nuestros recuerdos, en ella nos reconocemos. Es la imagen de nuestra conciencia, es decir, de la mixtificación de nuestro conocimiento y de nuestra experiencia. Cuando observamos el mundo se produce un encuentro entre lo que vemos y lo que sabemos. La imagen del mundo y la imagen de nuestra conciencia son inseparables, como la luz y la oscuridad. Porque Goethe describía lo que veía, sus investigaciones se desarrollaron en un mundo de imágenes. Por ello, sus experimentos con prisma difieren mucho de los de Newton. Newton teorizó sobre un rayo de luz aislado, pero no existe tal cosa en la realidad visual. Podemos comprobarlo observando con detalle la primera parte del experimento clásico: la luz del sol pasa por un pequeño agujero y baña la pared opuesta. El resultado es lo que llamamos una imagen óptica, una imagen del sol. Es un principio llamado cámara oscura. Cuando la luz del sol pasa por el agujero se forma una imagen del sol. Lo que vemos no es una imagen del agujero. El sol contiene su propia imagen. Por muy pequeño que sea el agujero y por mucho que varíe su forma, siempre se formará una imagen redonda del sol entero, rodeada por la oscuridad del espacio. No se trata de un rayo aislado de luz. Y no sólo se plasma la imagen de la luz a través del agujero sino que también se plasma la oscuridad, por eso vemos la imagen. Newton sabía que el punto brillante de la pantalla era una imagen del sol, pero cuando intentó estudiar por qué surgían los colores al quedar la imagen del sol refractada por el prisma, abandonó la realidad visible y la imagen de los soles de colores. Lo hizo para buscar una prueba de porqué surgían los colores, basándose en la percepción contemporánea de que todo en el mundo consiste en diminutos e invisibles bloques de construcción llamados átomos. Estaba buscando los átomos de los colores. Newton pensó que la luz debía dividirse de modo que un solo rayo aislado pudiera pasar por el prisma. Basó su teoría de los colores bajo un patrón objetivo, igual que la ciencia de hoy se esfuerza por lograr la objetividad y define los colores según su distinta longitud de onda. La ciencia puede explicar los colores sin observarlos, puesto que las ciencias naturales no muestran el menor interés por la oscuridad y la reducen a la simple ausencia de luz. Pero es nuestra capacidad de ver e interpretar las imágenes lo que nos vincula con el mundo en el que vivimos. Imágenes que surgen del encuentro entre la luz y la oscuridad.

La cámara oscura.

La cámara oscura.

Newton presentó una interpretación teórica del experimento del prisma. Pero Goethe decidió analizar lo que veía realmente, y empezó a explorar la imagen del espectro de colores. Colocó un cuadrado blanco sobre un fondo negro, en lugar del sol redondo, pero cuando la imagen se proyectaba a través del prisma, veía dos espectros de colores, uno rojo y amarillo arriba y otro azul pastel y violeta abajo. Observó que era en la frontera horizontal entre luz y oscuridad donde nacían los colores, y llamó a estos dos espectros colores fronterizos. Los colores fronterizos también pueden verse en el cielo, allí donde el día se mezcla con la noche. Pero el verde del espectro de Newton, no aparece. Los colores son observables como un proceso dinámico, a medida que las imágenes se van refractando.

Refracción dinámica del color

En Light Darkness and Colour (1998) , película documental de la que transcribo el presente texto, podemos observar a partir del minuto 41 como el espectro de Newton sólo surge como una fase concreta de los colores fronterizos de Goethe cuando estos están muy juntos. Es la distribución de la luz y la oscuridad de la imagen lo que determina si el espectro de Newton surge o no. Newton se concentró en una definición teórica de los colores. Goethe los exploró como procesos dinámicos. En todas partes, observó y reconoció el nacimiento, la culminación, la muerte y el renacer de los colores. Buscaba principios genéricos. Una de ellos es que los colores surgen donde la luz y la oscuridad se encuentran. Si nos fijamos en el árbol negro sobre un fondo blanco a través del prisma, reconocemos el espectro de Newton con sus brillantes azul, verde y rojo. Pero donde las ramas negras son muy finas, también podemos discernir otros colores como el amarillo pálido, el magenta y azul pastel.

Goethe incorporó tanto el espectro de la luz como de la oscuridad a su rueda de colores. En esta rueda reconocemos todos los principios genéricos que dan base a los colores en toda la naturaleza de la que formamos parte. Dado que el reconocimiento es armonía, Goethe la llamó rueda de colores armónica. El verde forma parte de la rueda de Goethe, surge como una mezcla de los dos colores primarios, amarillo y azul. La polaridad desaparece para dar paso al equilibrio y la calma. El color verde pertenece a la tierra, toda la vegetación brota del verde -porque en la fotosíntesis, las clorofilas absorben las longitudes de onda de 400 a 500 nm (azules) y de 600 a 700 nm (rojas). El magenta forma parte de la parte superior de la rueda de colores y surge como la culminación del encuentro entre el rojo y el violeta. Allí también desaparece la polaridad para dar lugar a una sublime sensación de paz. La luz clara está en todas partes -dijo Goethe- avanza a toda velocidad por el espacio y sólo se hace visible cuando algo la frena, cuando encuentra una resistencia.

*Ser humano, no varón o mujer sino en género neutro.

Cineasta con siete largometrajes, casi una veintena de cortos e incontables participaciones en proyectos ajenos o/y colectivos a mis espaldas. Pintor que gusta en darse baños de color. Y escritor que preferiría ser ágrafo. Estoy preparándome para huir al margen del Estado, fuera del sistema. Me explico en "Dulce Leviatán": https://vimeo.com/user38204696/videos

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