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Carlos Sisí: “En nuestro país cualquier escena está totalmente deslucida”

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Carlos Sisí es uno de los autores más prolíficos y queridos de la actual escena literaria de corte fantástico. A finales de 2012, Sisí publicó La hora del mar (Minotauro), un cambio de paso que ha cosechado muy buenas críticas, al tiempo que le ha permitido profundizar en asuntos urgentes por lo que tienen de conexión con el acontecer, siempre tratados desde una óptica que domina y fomenta. De esta guisa, llega Panteón, premio Minotauro 2013, título contundente que recoge el eco de los grandes clásicos de la Ciencia Ficción tanto en materia literaria como cinematográfica.

‘La hora del mar’ supone un cambio de registro, un paso adelante, si me permites la expresión, en tu trayectoria literaria. En el apartado de agradecimientos, indicas cómo irrumpe esta historia en tu vida. A partir de un sueño. Intuyo que darle forma ha debido de ser un proceso muy interesante, ¿cómo te enfrentas a la escritura de una historia tan distinta a lo que estabas haciendo hasta la fecha? ¿Y qué te ha pedido en contraste con el resto de los títulos escritos?

En realidad ninguno de mis libros me parece un punto y aparte en mi trayectoria. Sigo interesado en contar una historia de la manera más vibrante y amena posible. La inspiración es verdad que surgió de un sueño, pero como proceso onírico que era, no funcionaba per se y  tuve que adaptarlo un poco; sin embargo mantuve la tensión que yo viví aquella noche, que es el alma de la historia. Tuve que tener cuidado porque en un momento de la historia me encontré con una situación crítica: la historia podía avanzar desde un punto de vista u otro, pero narrativamente, uno de los caminos hubiera conducido a situaciones ya relatadas en Los caminantes de supervivencia individual. Por eso decidí hacerla más coral, más global todavía… al fin y al cabo lo que el libro denuncia es un problema que afecta al mundo y tenía sentido observarlo desde una perspectiva mundial. En este sentido sí fue un cambio respecto a lo que venía haciendo hasta ahora. 

Este cambio de paso te habrá generado ciertas dudas sobre la recepción de la historia por parte de tus lectores. ¿Qué esperas de ‘La hora del mar’ en relación con la figura del lector?

Me gusta que la gente se lo pase bien. Me encanta cuando me escriben diciendo que se acostaron tarde por culpa del libro, o que su mujer o hijos les dice que dejen ya «el libro ese con el muerto en la portada». Espero que la gente disfrute con cada uno de mis libros y ese es mi máximo objetivo. Casi todo el mundo coincide en algo, quieren «peli ya». Me da una idea del grado de disfrute y riqueza visual que consigo con los libros, es un buen indicativo de que han sentido la obra como parte de la industria de ocio que conocemos tan bien. 

¿Es ésta la novela que más te ha acercado a tus referentes?

Mis referentes son casi todos autores que me han hecho disfrutar -de una manera descaradamente “plana” en el buen sentido-, soñar, viajar mentalmente y fugarme a mundos alternativos o directamente nuevos, así que en ese sentido, La hora del mar no es quizá mi mejor exponente. Los Caminantes o Panteón sin duda lo son, porque son mucho más desenfadadas. Sin embargo sigo defendiendo La hora del mar como el trabajo del que me siento más orgulloso, aunque sólo sea por el mensaje que encierra. 

Cuando quitas las capas de ficción que abrigan la historia de ‘La hora del mar’ hay una fuerte crítica al comportamiento de la condición humana hacia el entorno, hacia aquello que nos permite estar vivos. Dos preguntas en relación con esto: ¿En qué nos estamos equivocando? ¿Quién está más presente en tu novela James Lovelock o Stephen King?

No sé si nos equivocamos en realidad, es complicado. Quizá actuamos cómo debemos actuar, de la misma forma que un lobo come ovejas para alimentarse. No se espera que un lobo se haga vegetariano y se alimente de plantas y cuide de los rebaños. En este sentido, mirar alrededor y aprender de la naturaleza es importante, y no hay bondad o maldad en la naturaleza, así que a menudo me pregunto si intentar hacer de nosotros algo diferente, más “elevado” es un buen camino. Sin embargo me gusta pensar que tenemos un componente que nos hace esencialmente distintos, llámalo alma u otra cosa. Me gusta pensar que hay un mundo espiritual por explorar. Independientemente de esto, creo que nos iría mejor a todos si tratásemos de pensar un poquito en los demás a todos los niveles. Creo que la cúpula de poder de nuestro país está haciendo un buen trabajo mostrándonos el camino. Fijaos a lo que lleva el exceso de codicia, la avaricia descarnada, el egoísmo potentísimo, la acumulación de riquezas en cuentas suizas. Tiene consecuencias nefastas a nuestro alrededor, y nuestras acciones las tienen también, sobre todo nuestra inacción. Imaginad a un político que se preocupa REALMENTE por la gente a la que representa, imaginad cómo sería un mundo así. Michael Jackson lo dijo en una canción, un mensaje viejo y conocido: «Si quieres cambiar el mundo, mírate en el espejo y luego haz el cambio». En esto estamos terriblemente equivocados. Luchamos de manera individual por conseguir cosas, pero es que se nos ha educado para eso, el éxito profesional. Tener éxito significa tener una casa de lujo, un coche de lujo, y un señor o una señora que luzca bonito a nuestro lado… Sobre la segunda pregunta, me parece buenísima… creo que en mis novelas hay un poco de ambos, el factor sobrenatural y de misterio de King, pero la documentación -tan esencial para hacer plausible la historia- de Lovelock. 

‘La hora del mar’ es una novela seudocoral. ¿Cómo trabajas el asunto de los personajes?

La vida real es mi mejor inspiración y mi propia experiencia de la vida mi mejor guía. Siempre fui un observador de segundo plano, el chico calladito que observaba; supongo que en secreto iba confeccionando mi Libro de Trucos. Hay tantos estereotipos de personas en los que inspirarse… gente bipolar, mentirosos, hipócritas, gente hecha de luz, gente noble, capaz, gente maravillosa y gente horrible. Me gusta pintar mis personajes con todos estos colores. Curiosamente, los personajes con taras morales son los más interesantes. Es lo más divertido, ver cómo se desenvuelven y reaccionan ante los diferentes estímulos personas tan dispares. Oh, es un tópico muy viejo, pero es verdad que a veces hay momentos en los que los personajes hablan entre ellos y surgen conversaciones, surgidas de un intento honesto de hacerles parecer naturales dentro de sus premisas, que hacen que la historia vaya por derroteros distintos a los que originalmente intuía. 

Otro gran tema de este título es el ritmo narrativo, es decir, cómo mides o regulas la emoción en cada página. ¿Intención o Azar?

No, ese punto es demasiado importante para dejarlo al azar. Puedo medir perfectamente el grado de intensidad que tiene un libro porque yo soy su primer lector. Voy descubriendo la historia a medida que la escribo, y es un método que me funciona muy bien. Si un episodio ha quedado muy pausado, con reflexiones o diálogos tranquilos, la historia me pide dar un cambio y meter algo más movido, más electrizante, o un nuevo elemento de sorpresa que mantenga el interés. Si tuviera que planificar todo eso, quizá no podría ver esos fallos. 

Lo fantástico y la ciencia ficción, ¿siguen siendo ese refugio desde el que denunciar aquello que hay que cambiar del presente?

No tiene porqué; yo creo que en la vida también hemos venido a disfrutar y las historias diseñadas legítimamente para eso tienen su hueco también. Sin embargo, escribir es un ejercicio de introspección fabuloso y a menudo es inevitable no volcar en la historia inquietudes que tenemos dentro. En todas mis obras se lee un mensaje de humanidad importante, porque es un tema que me preocupa personalmente. El campamento de supervivientes de Carranque, por ejemplo, era de un buenrollismo impresionante. Ahora me doy cuenta de que esa situación era quizá demasiado utópica… ¿quién no tiene problemas con un vecino? Si a eso le unimos el multiplicador del terror psicológico de una pandemia zombi, tenemos una ecuación que no se sostiene. Pero la gente disfrutó de esa utopía. De alguna forma, los hizo especiales y encerraba un mensaje velado que muchos captaron y aplaudieron. 

Desde tu punto de vista, ¿qué momento vive la escena fantástica en nuestro país?

En nuestro país, cualquier escena está totalmente deslucida: Los taxistas no llevan pasajeros y los encofradores no encofran. Los escritores cobramos a principios de año, aunque la editorial cuenta todavía con tres meses para organizar sus cuentas, así que la mayoría recibimos nuestras “notas” en Marzo. El 2012 se reveló como un año terrible para muchos. Los privados de Facebook se llenaron de escritores llorosos. Sin ventas, los contratos se cancelan y las obras pasan a la pila de futuribles, si no se descartan directamente. Los catálogos editoriales merman. Yo mismo esperaba más ventas, aunque mi editor me asegura que «con la que está cayendo» puedo estar más que satisfecho. Hay una crisis galopante. Sin embargo, los escritores escribimos porque es una necesidad vital, y seguiremos haciéndolo. Yo casi lo tomo como un acto de irresponsabilidad (risas) pero muchos autores aún encuentran hueco en editoriales pequeñas, curiosamente más proclives a aceptar riesgos con tiradas pequeñas que luego tienen reimpresiones si la cosa funciona. Se escribe todavía con ilusión, y todavía hay muchos lectores que consumen literatura, de la clase que sea. Como en todos los otros sectores, hay que aguantar el bache. 

Hablemos ahora de ‘Panteón’, tu nueva novela que salió a la venta el pasado 12 de marzo, último premio Minotauro. ¿Cómo se presenta en tu vida?

Es curioso, tengo más ilusión ahora por Panteón que cuando la escribí. Lo hice porque… bueno, porque me apetecía escribir una historia de ciencia-ficción, porque me he criado leyéndola y tengo la cabeza llena de ella, y no solo libros, sino películas y video-juegos. Vi la oportunidad del premio y me dije: «Ahora o nunca», consciente de que la etiqueta de ciencia-ficción no tiene buena prensa, ni masa de lectores, ni cariño editorial. Sin embargo, ahora que veo que Panteón cuenta con la simpatía de los lectores, que ha recibido muy buenas reseñas y ha tenido una fantástica implantación, lo miro con otros ojos. Ya no lo miro con una especie de culpa, porque la escribí con gula, por satisfacción personal, sino como algo que, inesperadamente, cuenta con el aplauso de los lectores. Así que me apetece seguir explorando ese mundo que he creado, porque sería muy divertido, y es posible que lo haga en un futuro. 

¿Y qué se siente al recibir un premio como éste?

Los finalistas se anunciaron unas semanas antes y lo veía como el logro en sí, ya imaginaba la portada con «Finalista Minotauro 2013», que es muy, muy meritorio. Conseguir el premio fue bastante abrumador, como si te eligieran «Reina del Baila Graduación Clase del 96». Es un premio que ha sido posible gracias al apoyo de los lectores, así que cuando volví a casa hice una foto de la estatuilla con el Facebook detrás y se lo brindé a ellos. Soy muy consciente de eso. 

¿Es ésta tu novela de pelaje más cinematográfico?

Soy muy visual escribiendo… me encanta el cine y visualizo cada escena en mi mente antes de describirla. Incluso veo travelings, ángulos de cámara, reducción del color y otros efectos. Así que en ese sentido todos mis libros han sido confeccionados de la misma manera. Ocurre que, naturalmente, la ciencia ficción encuentra su medio de expresión más efectista en las imágenes, sobre todo con los medios que tenemos hoy día. Panteón sería una buena película. Lástima no haber nacido en Wisconsin (Risas). 

Eres un defensor de la cultura del entretenimiento, con calidad, ¿por qué nos cuesta tanto en este bendito país entender la cultura del entretenimiento como una industria seria?

No lo sé… ni siquiera tenemos producción nacional de videojuegos como no sea un estudio pequeño con algún título interesante. El videojuego es una industria que da más dinero que el cine. Aquí todo lo friki llegó muy tarde, de hecho, en mi juventud tenía que comprar mis cosas en Londres. Creo que no apostamos por las cosas, aquí solo funciona lo probado, las cifras que vienen de fuera. Es como la industria del cómic: los dibujantes tienen que irse a Francia para publicar y cuando tienen éxito, entonces, publican aquí. El Torres, autor malagueño, tuvo que crear su propia editorial en USA para lanzar allí sus cómics. Solamente cuando esto hubo ocurrido, una importante editorial de cómics española se interesó por sus productos. Es desquiciante. 

Gracias a estos dos títulos, ya puedes quitarte ese traje de escritor que sólo produce historias de zombis… ¿qué te ha concedido la literatura?

Es una buena experiencia, no me extraña que mucha gente se embriague del clamor del público y ser objeto de atención, es una droga poderosa. Personalmente, no me gusta ser el foco de nada, nunca me ha gustado, así que en las presentaciones y demás suelo ponerme muy nervioso. Pero el cariño de la gente llega, ves gente satisfecha con tus historias y eso es néctar. 

¿Cómo va a ser lo próximo de Carlos Sisí?

Hice La Hora del Mar y Panteón muy seguidas, así que ahora estoy con cuentos cortos o mini-novelas, como Eden Interrumpido, que son muy directas y gratificantes. Estoy dando vueltas a lo que quiero que sea mi próxima novela, pero estoy relativamente tranquilo porque ésa no tiene que ver la luz hasta 2014. Hay varios argumentos que me llaman la atención y no sé muy bien cual me apetece más.

Licenciada en Filosofía por la UNED, trabaja para Mini-Revista y Can Tuyus.

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