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Emilio Bueso: “La gente no quiere que digas que otro mundo es posible, quiere que le arreglen éste”

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Emilio Bueso (Castellón, 1974) lleva años siendo un autor de referencia entre los seguidores del terror literario, tanto en el género corto como en el largo, donde a través de la novela Diástole (Salto de Página, 2011) revisa el género fusionándolo con la literatura de viajes y la novela negra. No obstante, es a mediados de 2012 cuando su nombre trasciende el panorama meramente literario y comienza a expandirse como una venérea viral por los antros más oscuros y recónditos de la World Wide Web.

La razón es Cenital (Salto de Página, 2012), la tercera novela de Bueso, donde narra el colapso de la civilización occidental a causa de su desastrosa gestión de los recursos energéticos. Cenital es también la historia de Destral, un tipo corriente devenido en el líder profético que intuyó el peligro y movió el culo para hacer algo al respecto pero, a la vez, nos encontramos con una novela coral donde se entrelazan las historias de una treintena de personajes desde el presente más inmediato hasta ese futuro distópico hacia el que sin apenas darnos cuenta estamos siendo abocados. En teoría es una novela de anticipación pero el principal problema es que, entre el ahora y el después, Bueso apenas nos dejaba un par de años de margen de los que hemos apurado ya seis meses. Es por eso por lo que nos ponemos en contacto con el autor en busca de una “actualización” o, si lo prefiere, un “informe de daños”.

Hola Emilio, como parece ser que no nos queda mucho tiempo, no perdamos más y al lío… dinos, si equiparásemos Cenital al famoso reloj del fin del mundo, ¿cuáles son tus sensaciones a día de hoy, hemos hecho algo por retrasar la aguja o cada vez estamos más cerca de las doce?

Pues ya llevamos cinco años de crisis y hasta donde me alcanza la vista la cosa pinta cada vez peor. En lo que va del 2013 los españolitos nos hemos enterado de golpe y porrazo de que nuestro nuevo presidente es en realidad una criatura a medio caballo entre Max Headroom y el peor Nixon. Veo a la prensa tomando notas sobre lo que dice un clip de vídeo y no sé qué más le falta a esta distopía… Y después me tocará tragar cuando digan que no soy más que un catastrofista radical haciendo ciencia-ficción.

Según se ha dicho, Cenital representa un cambio de registro respecto al género de terror en el que te solías mover. ¿Hasta qué punto es eso cierto porque la sensación es que pocas veces podremos encontrarnos con algo tan terrorífico como el contexto que trazas en esta novela?

Lo cierto es que la realidad puede llegar a ser mucho más terrible que lo que cuento yo en mi novela… Al fin y al cabo la gente lee narrativa para evadirse de sus problemas, para evadirse del auténtico espanto, que es esto de que hayan convertido el estar explotado en un privilegio, el mantenerse consciente durante esta debacle en un premio, el ser un corrupto en formar parte de una élite. Que todo se vaya al carajo de una vez por todas no es sólo lo que he novelado yo, es lo que están deseando ya varios vecinos tuyos.

Otra etiqueta con la que se podría definir Cenital sería la de “ficción especulativa” pero, profundizando en las tesis que planteas, uno se da cuenta de que no hay ficción sino que todo lo que nos cuentas está sucediendo en tiempo real… ¿Es ese el secreto de Cenital? Nos referimos al hecho de no haber especulado (que es una palabra muy fea) sino “simplemente” haberte tomado la “molestia” de rastrear en toda esa realidad oculta para agruparla y presentársela al lector como un puñetazo en el diafragma…

Lo de que cuando se acabe el petróleo barato la humanidad acabará corriendo la suerte de una plaga de langostas tampoco es nada nuevo. O, no sé, a mí me lo explicaban en primaria… Desde donde yo veo las cosas, la realidad tampoco es que esté oculta, sino fuera del plano, como toda verdad incómoda. Vamos, que un puñetazo en el diafragma es, por ejemplo, que el mismo fracking que se inventó en los años cincuenta sea rentable de repente, que un oleoducto del que depende media Europa esté volviéndose inestable y nos enteremos tarde y mal, que todos los periódicos traigan de pronto en portada que hace dos décadas que España es una cleptocracia y que eso a nadie le importe ni cambie nada en absoluto, mientras en Alemania dimite uno porque le han pillado escaqueándose de pagar multas de tráfico. En fin… Yo entro en shock cuando veo cómo la gente se vanagloria de votar a un delincuente, o de ir a contratarle bienes y servicios a una empresa que sabemos que lleva años y años sobornando a los representantes del pueblo… Insisto: la realidad siempre supera a la ficción.

Incidiendo… tú mismo has reconocido que te ha “chocado” el poco eco de Cenital en los medios de comunicación tradicionales frente a la tremenda repercusión que está teniendo en el ciberespacio. No hablamos sólo de la blogosfera literaria sino de los círculos anti o alter sistema que constantemente te reclaman para que ejerzas casi como gurú. La pregunta es: ¿hasta qué punto están implicados los mass media en el encubrimiento de ese negocio que nos conducirá al colapso?

Yo llevo hablando del cénit del petróleo desde marzo, a veces incluso a diario. Aunque echo en falta el respaldo de la crítica especializada, he hecho portada en dos medios de primer orden y he salido en casi todas las cadenas de radio del estado, y nunca, nunca me han censurado, ni en grupos públicos ni en privados. Eso sí, los locutores me han dicho varias veces a micrófono cerrado que no diga cosas que hagan que la gente cambie de emisora, y me han llegado a cortar en directo para recordarle a la audiencia que yo hago “novelas de ficción teórica” y que conviene “seguir consumiendo con toda normalidad”. ¿Eso es censura? No, eso es lo que le pasa a un pueblo alérgico al cambio que como no cambie se va a ir al carajo. La gente no quiere que digas que otro mundo es posible, la gente quiere que le arreglen éste. Y si eso no es viable, pues que maten al mensajero. Y, si eso tampoco, al menos que el mensajero sea un tío que vende literatura de terror. Pues oye… Hola.

Un factor diferencial de tu novela es la acuciante necesidad del lector por volver una y otra vez a la página de créditos editoriales para asegurarse de cuándo fue publicada, da miedo decirlo pero… asúmelo, la realidad ha estado plagiándote un montón de pasajes. ¿Sucedió esto durante el período de redacción?  ¿Cuántas veces tuviste que reescribir un fragmente porque el contexto histórico se hubiese adelantado a tu “presunta” distopía?

Lo único que realmente me ha sorprendido hasta ahora en el avance de esta crisis ha sido el 15M. Jamás imaginé que pudiera tener lugar una revolución sin ideología ni sangre ni resultados ni fronteras. No tuve otra que reescribir algunos pasajes, que añadir un personaje más y que hacer algunas referencias al respecto.

Este tema nos parece particularmente importante: si no nos equivocamos la novela vio la luz en marzo del año pasado y, teniendo en cuenta la lentitud del proceso editorial, nos interesa mucho saber cuándo diste por finalizado el manuscrito original. Sé preciso, por favor, a poder ser incluso en minutos y segundos…  Se trata simplemente de acotar el inquietante alcance de tus dotes  proféticas.

Joder, que yo no tengo una bola de cristal, yo lo que hago es fabular desde la ficción y sobre el futuro. Lo que pasa es que cuando trabajas la literatura de anticipación y te interesa el verismo tratas de afilar los pronósticos y de calcular las cosas con cierto cuidado. Y eso es lo que te hace a veces asumir un rol profético. Yendo a tu pregunta, Cenital se escribe en el verano del 2007. No ve la luz hasta el 2012 porque la editorial que me contrató inicialmente el libro se fue, qué ironía, hundiendo en la insolvencia justo antes de lanzarlo, lo cual me forzó a mí a sacar otra novela, en otro sello, que es el que ahora lleva mis libros. Con todo, tuve que dejar pasar cinco años entre redacción y edición.

Suponemos que eres consciente de que hasta ahora sólo te hemos preguntado por el tema y las implicaciones de Cenital y parece que esto se ha convertido en una práctica común. El contenido es tan potente que casi parece que el fondo haya fagocitado la forma. ¿Hasta qué punto, como escritor,  te incomoda —si es que lo hace— que se hable mucho más de esta novela por lo que cuenta y no por cómo lo cuenta?

Ahora mismo, lo bien o mal que escribas no le importa prácticamente a nadie. Es para ponerse a llorar: hasta los críticos, los filólogos, los correctores… gente con sensibilidad lingüística y de cierta capacidad de análisis hacia la plástica de la expresión escrita, hasta los traductores y los promotores de las ferias internacionales… Nadie, o casi nadie, da dos chorros de meado por un buen prosista. Antes respetan a un espadachín, puestos a valorar lo inútil.

Una tan típica como inevitable… influencias literarias. A bote pronto lo que más resuenan son los ecos de Palahniuk pero somos muy curiosos y queremos más nombres.

Bukowski, Ellis, Ligotti, Vann, Lovecraft, McCarthy, Bécquer, Carver, King…

Seguimos rebajando la tensión apocalíptica… como puedes ver, además de la literatura, en Paisajes Eléctricos Magazine también nos interesan los ‘sonidos’, por tanto, nos gustaría que nos cuentes —a no ser que seas de los escritores que necesitan el silencio absoluto— qué es lo que suena en tu reproductor durante el proceso creativo.

Siempre cuelgo las playlists que uso durante las sesiones de trabajo en Spotify. Para corregir y retocar Cenital compilé estas cinco horas de música.

Para finalizar, una incómoda… si realmente estás convencido de lo que cuentas en Cenital, ¿por qué sigues concediendo entrevistas cómo esta?… Si es cierto que todo se está yendo al carajo y que pronto no habrá recursos suficientes para todos, ¿no sería mejor que cerrásemos el pico para evitar el boca a boca viral?… Cenital va ya por la segunda edición y como la gente siga leyéndola pronto no habrá sitio para todos en la ecoaldea del mismo nombre que probablemente estés levantando en algún recóndito rincón suficientemente escondido de las imágenes de Google Maps, ¿o no?

Ahhh…. La pregunta del millón. No habrá recursos para todos a partir del momento en el que el precio del crudo alcance una cota determinada, que yo creo que, a cifras de hoy, andará por encima de los trescientos dólares por barril. He situado por ahí el punto de no retorno y luego he concedido crédito a los informes que dicen que los principales yacimientos de crudo de los que dependemos ahora mismo están ya casi exhaustos. Esto es, que los saudíes se han cargado Campo Ghawar de tanto inyectarle vapor a presión para bombear crudo a espuertas, que la geología y los sabotajes harán que los kuwaitíes ya no consigan sacar ni 26.000 barriles del Campo Burgan, que en el yacimiento de Cantarell no puede hacerse aflorar ni la mitad del crudo de calidad que se pretende extraer… La realidad es que para evitar que se hundan los mercados ya hace décadas que se inflan sistemáticamente muchas reservas, y que las cifras que suelen publicar los medios ponen al mismo nivel que el brent las arenas asfálticas, los betunes, los esquistos, el alquitrán, los crudos ultrapasados… Con todo, y como no podemos saber cuánto petróleo queda a ciencia cierta, yo me he puesto en el peor caso, y eso no es porque no lo vea factible: lo considero una posibilidad perfectamente válida, pero, en rigor, hay otras. Y en rigor los hechos objetivos ahora mismo, sin especular, es que todavía quedan recursos al menos para unos meses decisivos, en los que todo depende de los señores que los están acaparando obscenamente: a día de hoy, más del 80% del PIB de España es controlado por 1400 personas. A mí lo que me gustaría es que la gente tomara conciencia de todas esas cifras y obrara en consecuencia mientras haya márgenes para hacerlo. Podría ser que todavía estuviéramos a tiempo de cambiarlo todo y de arreglar esto, ¿quién sabe? ¿Quién tiene una bola de cristal de las de verdad, y no de las que usamos los novelistas? Caso contrario, y si la humanidad está tan condenada como cuenta mi libro, yo lo que he hecho es hacerle un calvo al problema y retratarlo ahí. Considero que es una responsabilidad moral para todo autor que, en cierto modo, se sienta un cronista de su época y de su sociedad, por suicidas que éstas sean.

Escribo sobre lo que escriben los demás. Y les pregunto a los demás sobre lo que escriben.

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