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Rodrigo Cortés: “Tienes que recordar por qué haces lo que haces y tratar de mantener tu centro”

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No existen las crisis económicas como accidentes fortuitos y desgraciados, ni responden a ningún tipo de crisis en la riqueza real ni en el comercio de los productos físicos. El sistema financiero se basa en la crisis; la crisis es inmanente al funcionamiento del sistema; la crisis forma parte del timo. “Ya lo sabemos. No has descubierto América, gilipollas. Estamos hartos de oírlo”. Ya, pero el problema es que ya lo dijo Rodrigo Cortés antes de que nadie se hiciera la más mínima pregunta sobre la banca y ni dios le prestó atención. Sí, justo antes de que estallara la burbuja, como una premonición tan exacta que ya la quisiera el Instituto de Meteorología. Tal vez algún malnacido diga ahora al verla que llueve sobre mojado, que es demasiado obvia y el tema está más que trillado. Malditos ciegos que sólo despertáis cuando os estrangulan. Y cuando despertáis os volvéis soberbios y resabiados.

Coincidí con Rodrigo Cortés en Nueva York y, después de pelearme con varios agentes y productores, conseguí esta entrevista en exclusiva para Paisajes Eléctricos después del estreno de Luces rojas en la gran manzana. Lástima que su reapertura se postergara un poquitín. Quedé con Rodrigo en la cafetería Djangology, a un par de calles de Times Square. Para mi sorpresa, Rodrigo apareció con Robert y Sigourney. Antes me había leído numerosas entrevistas con el propósito de no repetir ninguna pregunta. Así que no mencioné a Robert de Niro ni a Sigourney Weaver en toda la entrevista, evité cualquier pregunta que me sonara a tópico y me dediqué a darle tralla de la buena para que el director de éxito internacional se plegara ante el gran Rubiowski, el Insobornable. Robert y Sigourney estuvieron callados y no molestaron, aunque Robert no paraba de mirar el reloj, algo que me saca de mis casillas. Le hice la entrevista en un perfecto inglés, por aquello del lugar donde estábamos, por cortesía con los invitados y porque es un director internacional, aunque he accedido a regañadientes a traduciros la entrevista. Ay, españoles, qué ignorantes y limitados y cuánta paciencia requerís.

Antes de nada, siempre me he preguntado si tienes el dinero debajo del colchón o si, aun sabiendo que la banca es una estafa, dejas que te engañen como a todos los demás.

Simplemente no es posible evitarlo. Saber algo no cambia, en general, nada que no sea tu ubicación mental y tu comprensión, más o menas certera, del mundo.

Entre tus trabajos, destacan, por orden de importancia, la portada del libro Tengo una pistola y las películas Concursante, Buried y Luces rojas. Si tuvieras que elegir uno, ¿con cuál te quedarías?

No tengo ni idea. Con ninguno. Todos son imperfectos, todos mejorables. Lo único que deseo ahora es hacer algo nuevo, dedicarle toda mi energía, mi más ciega entrega, y dejarlo atrás cuanto antes.

Concursante es la mejor película española de lo que llevamos de siglo y quien diga lo contrario es mi enemigo más directo y espero que no se cruce en mi camino. ¿Tienes algo que objetar?

Sólo me queda felicitarte por tu criterio y animarte a preservar tu objetividad y claridad de juicio.

A Leonardo Sbaraglia habría que darle un carromato lleno de oscars, goyas, conchas de plata, copas volpis y globos de oro por Concursante y otro tanto como actor de reparto en Luces rojas. ¿Estás de acuerdo?

Es un actor extraordinario, con un compromiso casi sagrado con su oficio, pero, ¿estás seguro de que te van a dejar publicar tres preguntas seguidas hablando bien de Concursante? Recuerdo que en su estreno, durante varias semanas, el primer resultado en Google recogía una crítica titulada: “Excremento cinematográfico”.

Gracias por no decirme el nombre del autor de esa crítica. Acabas de salvar una vida. Por cierto, hablando de premios, te dieron un Goya por el increíble montaje de Buried. A simple vista, eres un outsider sin padrino y no perteneces a ningún clan ni a ningún lobby. ¿Cómo coño lo conseguiste entonces? ¿Se vieron obligados por el éxito internacional?

Francamente, no tengo ni idea. Es viento, creo. Siempre hay viento alrededor, a veces parece soplar a favor, a veces en contra, pero siempre es viento. Tienes que recordar por qué haces lo que haces y tratar de mantener tu centro.

A veces los genios que creamos ARTE, ya sea literario o cinematográfico, le damos mucho valor a una obra por el esfuerzo que nos costó y los desafíos técnicos que tuvimos que superar, aunque luego el espectador o el lector no ven nada de eso y sólo perciben el resultado final. Respecto a Buried, ¿crees que el “no se había hecho antes” o el “toda la película dentro de una caja” es tan importante para el espectador o al final sólo cuenta el poder de la historia que le estás contando?

Las dos cosas fueron importantes, para la película, creo yo. El reto hizo que muchos quisieran ver la película. El poder de la historia y el manejo de las emociones fueron lo único que valió a partir de entonces.

¿Te gusta la parte glamourosa y de “sonríe en todo momento y sé encantador” en actos promocionales y entrevistas o estás deseando volver a tu casa a trabajar en tu próximo proyecto?

Hay una parte agasajadora que es atractiva, dura unos diez minutos y sirve para desconfiar de uno mismo. Resulta agotadora y pronto se desarrolla con el mejor ánimo posible, pero en forma de deber. Otra parte te hace sentir agradecido por que otros quieran hablar de lo que has hecho y no tendría por qué interesar a nadie. Una tercera, muy fuerte, que hay que aprender a controlar, sólo quiere volver a casa.

¿Alguna vez te paras a pensar que todas las películas que hagas, con todo el sacrificio que requieren, van a terminar siendo ceniza cuando el sol estalle y se trague la Tierra o no tienes tiempo para ello?

Sí que lo he pensado. Me consuela pensar que no quedará nadie para restregármelo.

Venga, va, una pregunta típica. Dime cuál ha sido la última película que te ha dejado marcado y dime varias películas, las primeras que te vengan a la mente, que te hayan impactado profundamente a lo largo de tu vida.

La última, quizá The Master. A lo largo de la vida, me vienen a la cabeza: Goodfellas, Fraude, JFK, Siete ocasiones, Berlín Occidente, Zombie, El placer, 2001, El diablo sobre ruedas, El cuarto mandamiento, La huelga, El bueno, el feo y el malo, Robín de los bosques, After hours, Los santos inocentes, La huella, Fresas salvajes, Regreso al futuro, El corazón del ángel, Historias de Filadelfia, El planeta de los simios, La ventana indiscreta, Annie Hall, There will be blood, La vida de Brian…

Supongo que Anderson te habrá pasado una copia preliminar, pues quedan varios meses para que se estrene. Te adelanto que a mí no me va a gustar. Hay una toma de cámara en Buried que no entendí. Cuando sacas la cámara del ataúd y empieza a subir y subir. ¿No rompía la coherencia interna y la magia de creernos dentro de un ataúd? ¿Por qué esta toma?

En realidad, hay otra toma al principio de la película en que vemos el ataúd “abajo”, en medio de la negrura, y descendemos hacia él hasta acabar en su interior. En otras tomas, lo vemos desde fuera, asomándonos a los huecos que quedan entre las tablas. En el plano que mencionas, ascendemos descubriendo un ataúd de paredes altas, imposibles, interminables. El propósito era doble: permitir que el espectador tomara una última bocanada de aire antes del sprint final y trazar un espacio mental para transmitirle cómo se siente el personaje de Paul Conroy, consciente por vez primera de que no hay escape posible.

Bueno, tú sabrás lo que haces. Tú eres el jefe. Disfruté muchísimo con Luces rojas, pero la satisfacción que sentí fue muy diferente a la sentida con Concursante. Luces rojas fue como un polvo salvaje en los baños de una discoteca, rápido, placentero e intenso, pero con una chica que olvidas fácilmente y Concursante fue un enamoramiento largo y duradero (aunque con muchos polvos salvajes de por medio) pero con matrimonio, atardeceres en la playa, hijos, perro, bodas de plata, etc… ¿Por qué me pasa esto?  ¿Tienen tus intenciones algo que ver?

En absoluto. Ése es simplemente el modo en que estas películas se han relacionado contigo. Una película es tantas como espectadores hay en la sala.

Tal vez peco de monógamo extremo. Si estás enamorado de Concursante no puedes enamorarte de otra a las primeras de cambio. Hay algunos cabos sueltos en Luces rojas que no conseguí entender y que no voy a mencionar para no destripar la película. ¿Hay algunas cosas ambiguas adrede en el guión o es que soy muy tonto?

Hay muchas preguntas sin respuesta, sí. Es decir: la tienen, pero la película no las da: da el material necesario para trabajar sobre ellas (siempre que a uno le apetezca hacerlo o se haya sentido lo suficientemente interesado como para resistirse a abandonarla). A menudo las preguntas son más importantes que las respuestas. Y más en una película que anima a cuestionarlo todo.

Qué hambre tengo. ¿Quieres decir algo más que no hayas dicho mil veces en tropecientas mil entrevistas? ¿Quieres hacerle alguna pregunta al gran Rubiowski?

Temo sus respuestas.

La cuenta, a ver… Son 150 dólares. Sí, ya sé que hemos tomado dos manzanillas, te explico. Es que, ya que estoy, me he pedido la food lunch to eat, no te importa, ¿verdad?, aunque podéis iros. Esto lo paga Nostromo Pictures, ¿no?

Por descontado. Ha sido un placer.

Suerte con Luces rojas. Robert, Sigourney, nice to meet you, ya podéis circular. ¡Andando!  

Enrique Rubio es un guionista y escritor nacido en Mordor (escombrera del levante español) pero ovetense de pleno derecho y polaco de adopción. Afín a tipos como Charles Bukowski, Chuck Palahniuk, Woody Allen o Yorgos Lanthimos, es autor de las novelas ‘Tengo una pistola’ (Planeta, 2009, finalista del premio Silverio Cañada) y ‘Tania con i. 56ª Edición’ (Destino, Premio Francisco Casavella 2011) y responsable a todos los efectos del blog ‘Me arrepiento del mañana’ (http://www.enriquerubio.es/blog).

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