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Vicente Garrido: “No puede erradicarse ninguna forma de violencia, eso es una utopía”

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El psicólogo y criminólogo Vicente Garrido (Valencia, 1963) ha convertido en profesión su habilidad para introducirse en la mente del asesino, y eso le ha llevado a ser pieza clave a la hora de dibujar los perfiles psíquicos de algunos de los más (tristemente) célebres homicidas de la piel de toro. También pone Garrido su agudeza al servicio de la lucha contra la violencia de género o del siempre peliagudo asunto de la reinserción. De todo ello da cumplida cuenta en su interminable bibliografía. Sus últimas publicaciones hasta la fecha, el ensayo Perfiles criminales (Ariel, 2012), y las novelas Crímenes exquisitos (Versátil, 2012) y Martyrium (Versátil, 2013), un par de rotundos policíacos firmados ambos junto a la periodista y escritora Nieves Abarca.

¿Cómo llegó a interesarse de tal forma por el crimen, o los criminales, hasta hacer de ello su profesión? ¿De pequeño soñaba con ser Bogart?

La criminología me interesó porque era un área muy poco explorada en España, con apenas estudios universitarios o publicaciones especializadas. Pero antes de eso siempre me apasionaron los relatos policíacos o de misterio, en la literatura o en el cine. 

¿Y nunca pensó en hacerse policía?

No, la verdad es que nunca quise ser policía. 

Le oí hace poco relacionar asesinato y arte. ¿Hablamos del mito del crimen perfecto como forma de arte?

No. El que quiere cometer un crimen perfecto no tiene una motivación ‘artística’, sólo técnica, al servicio del fin que persigue con el delito en particular. Nadie comete un crimen para hacerlo ‘perfecto’; quiere hacerlo así para que no le atrapen. El móvil primario del crimen es otro: sexual, económico… La relación con el arte viene sólo en el caso de ciertos asesinos en serie que buscan ‘realizarse’ en el crimen, porque comprenden que es su auténtica naturaleza, y por ello tienen una pulsión parecida a la del artista genuino, que busca en sus obras su auténtico yo. 

¿Matar está en nuestra naturaleza?

Desde luego, como lo es ayudar a vivir. 

Usted es un habitual de los medios. ¿Qué opina del tratamiento que se da a los crímenes de sangre?

Los crímenes siempre han llamado la atención de la gente, y de los medios y, desde luego, de los artistas. Piensa en Shakespeare y en sus grandes tragedias. ¿Hace falta que recuerde cuál es la sustancia de obras como Hamlet, Otelo o Macbeth? Otra cosa es cómo se tratan en una época donde hay una feroz competencia en esos medios por atraer a la audiencia. Pasa lo mismo con cualquier otra noticia: se expande de manera masiva e instantánea todo lo que puede captar el interés de la gente. Y el crimen, como te digo, siempre ha captado dicho interés. No me gusta el tratamiento que dan a los crímenes de sangre, pero tampoco me gusta en muchos otros casos. Pero si se hiciera con más rigor, ¿durarían los periodistas un solo día en esa televisión? 

Por no hablar de los juicios paralelos. ¿Qué garantías procesales puede tener alguien que sea juzgado por un jurado si la televisión ya lo ha sentenciado?

Hay una gran desinformación sobre eso. No creo que, en general, el tratamiento de los medios condicione al jurado. Nunca se ha probado esta afirmación; no hay datos empíricos que la avalen. Es más, en mi opinión un jurado puede reaccionar a esa información exhaustiva haciendo una evaluación del caso más exigente. 

Casi en cada noticia relacionada con casos especialmente brutales, sea el reciente caso de la chiquilla china de Galicia, sea el de Bretón, se habla de los supuestos trastornos psiquiátricos de los autores. La depresión de la madre de Asunta, la bipolaridad de Bretón… ¿Se demoniza o se estigmatiza de alguna manera la enfermedad mental, a los depresivos, a los esquizoides?

No lo creo; en particular la depresión no aparece asociada a los asesinatos, aunque sí a los suicidios. Por otra parte, en general nadie tacha de “locos” a esos asesinos, aunque sí pueden tener trastornos diversos que, en términos de la responsabilidad penal, no actúan para anularla. Otra cuestión es la psicopatía: es un grave trastorno de la personalidad asociado con la violencia y la explotación, pero a los psicópatas les importa muy poco que les ‘estigmaticen’. 

Siempre que leemos noticias de este tipo sentimos la tentación de recurrir a términos como “monstruo”, “inhumano”… Sin embargo, mal que nos pese, ciertos crímenes tan crueles y retorcidos, ¿no son en realidad únicos de la especie humana? El mal, hacer el mal a sabiendas…

Así es: nuestra naturaleza alberga lo mejor y lo peor de la naturaleza, valga la redundancia. No obstante, aplicamos el término ‘inhumano’ para referirnos a que tal acto o sujeto no son acordes con la ética mínima que debe presidir el comportamiento humano. Pero, en efecto, no en el sentido de que ‘sea ajeno a lo humano’. 

Después de tantos años estudiando perfiles criminales, investigando, llegando, en definitiva, a los rincones más oscuros de la personalidad humana, ¿cómo hace para reconciliarse con la humanidad?

Siempre me impresiona el crimen; no puedo dejar de pensar en las víctimas. Pero eso forma parte de mi trabajo y lo asumo. Procuro que no me afecten demasiado, aunque algunas veces es más difícil. 

Hemos mencionado el concepto de “crimen perfecto”. Con todos los recursos con los que cuenta la policía hoy por hoy, incluida la colaboración de asesores expertos como usted, ¿es posible cometer un asesinato y no dejar ni rastro? ¿Jack El Destripador se habría ido de rositas en pleno siglo XXI?

Muchos sicarios cometen crímenes que no se resuelven, y ésta (su no resolución) es la mejor definición del “crimen perfecto”. Pero, además, otros casos de gente ‘normal’ tampoco se resuelven: la tasa de esclarecimiento de homicidios es muy alta, el 90 por ciento, pero eso implica que hay un diez por ciento cada año (en torno a 120 casos) que son ‘perfectos’. 

¿Por qué nos fascinan los psicópatas o los asesinos en serie? ¿De eso quizá tengan más culpa Hannibal Lecter y compañía?

Los que amenazan nuestra seguridad captan nuestro interés; es una adaptación evolutiva. Y si además podemos disfrutar de esas emociones en la seguridad de una butaca… entonces estamos atrapados, porque todas las sustancias de excitación ante la alerta nos producen satisfacción cuando sabemos que en el fondo no hay un peligro real. 

He mezclado en la misma pregunta dos términos: psicópata y asesino en serie. Pero no son la misma cosa. No todos los psicópatas son asesinos…

No, los psicópatas pueden ser respetuosos con la ley, aunque su trato sea inmoral y explotador. Sin embargo están más preparados que nadie para la violencia. Es la falta de conciencia y empatía, junto con una gran capacidad de manipular, y el narcisismo, lo que les define, no el crimen. Hay asesinos en serie esquizofrénicos, por ejemplo, aunque sí es verdad que la gran mayoría son psicópatas. 

¿Alguna explicación para el hecho de que entre los asesinos en serie ‘célebres’ no encontremos apenas mujeres?

La violencia siempre se relaciona más con los hombres, por razones biológicas y sociales. 

Un ámbito en el que desgraciadamente sí que encontramos mujeres, muchas mujeres, y no precisamente del lado del agresor: la violencia de género. Se hacen leyes, en teoría se las protege mejor, pero año tras año cerramos con cifras similares. Como psicólogo y como experto también en este campo, ¿qué medidas no se toman que deberían ponerse en práctica? ¿Quizá no es un problema legislativo?

No puede erradicarse ninguna forma de violencia, es una utopía; y siempre habrá hombres llenos de ira que querrán matar a sus novias o a sus ex-novias; lo mismo que habrá hombres que maten a otros por codicia o venganza. Por otra parte, no es verdad que cada vez se les proteja mejor… Si un hombre quiere matar a una mujer, nadie se lo impedirá. 

Los violadores tienen un pronóstico bastante pesimista en cuanto a rehabilitación y reinserción, ¿sucede lo mismo con los maltratadores?

Depende; los de perfil psicopático posesivo tienen mal pronóstico; los que viven en condiciones precarias y abusan del alcohol, también. La experiencia previa en actos delictivos y violentos, en general, son factores de reincidencia. 

¿Sería partidario de privar de libertad de por vida a asesinos/violadores en serie?

La libertad debe ser siempre una posibilidad, por eso la cadena perpetua revisable para algunos sujetos muy dañinos me parece una buena opción. 

Hablemos de su faceta de novelista. No sé si podemos hablar de válvula de escape, ya que incluso en la ficción incide en la temática criminal, o policíaca. ¿Es fácil permutar al Vicente Garrido escritor de ensayos y al Vicente Garrido escritor de novela negra?

En realidad fue mi amistad con Nieves Abarca, la coautora, la que me dio la idea: ella es una excelente escritora, y al averiguar que teníamos ideas muy parecidas acerca de la ficción pensé que muchas de las cosas que había vivido en mi trabajo podrían ser un buen material para construir un thriller, mi género narrativo favorito. El salto no fue muy difícil, porque hay similitudes entre mi trabajo y el carácter de Javier Sanjuán, el criminólogo, sobre todo en cuanto a elementos de composición externa del personaje, y en cuanto al trabajo que realiza. Ahora bien, su psicología es pura ficción; en otras palabras, el personaje hace cosas que yo hago, y se parece en sus datos descriptivos a mí, pero él es, definitivamente, un personaje al servicio de una trama. 

¿Se puede escribir una novela de misterio sin saber lo que va a pasar al final?

¡¡Desde luego!! Puedes tener una idea general, pero es muy difícil tenerlo claro desde el principio. En ‘Crímenes Exquisitos’, que ya lleva cuatro ediciones, el lector se ve continuamente sorprendido, pero eso no es lo más importante, sino la intriga sobre el devenir de los personajes. La “sorpresa” está bien si tienen sentido en la trama, pero por puro artificio es un error. Por eso el final puede variar a lo largo de la trama en la cabeza de los escritores… porque ellos evolucionan con los personajes. 

Entonces, ¿llenar el hueco entre principio y final es lo más difícil?

La trama lo es todo; luego, el estilo genera la impresión artística, pero un thriller con una trama deficiente es como un plato con buenos ingredientes pero mal cocinados. 

Y, como lector de policíacos, o como espectador, ¿es complicado sorprenderle? ¿Cazaba a los asesinos que imaginaba Agatha Christie antes que Poirot?

Cuando era joven me sorprendían siempre… Ahora, por desgracia, es más difícil… hay novelas muy previsibles. 

¿El mayor tópico de ese tipo de historias, o lo que más le chirría a usted, es cuando toman a los investigadores por retrasados mentales?

Sí, eso es un gran problema. O cuando el protagonista ha de ser un hombre muy atormentado, siempre en el abismo. 

La última, ¿quién ‘analiza’ al psicólogo?

La vida te da muchas oportunidades, y uno debe analizarse a sí mismo; si no, está perdido.

Traductor, periodista a regañadientes, copywriter. Quizás nos encontremos en Esquire, Vice, JotDown o en Miradas de Cine. Como me sobra el tiempo, edito Factory.

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