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Soy un polaco maricón

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Me va la marcha. Totalmente. Lo admito. Que quede muy claro que me va la marcha y que un grupúsculo de antagonistas merengues es el cielo mismo, salvo si estoy cerca del Manzanares, de noche, y los merengues llevan las cabezas rapadas; en ese caso lo que me va es el madridismo y cantar el Hala Madrid por Plácido Domingo. Pero si puedo salir del trance con las dos piernas intactas, por regla general enseño los colores blaugranas. En realidad da igual el topic. Yo opino de todo y compulsivamente; en Facebook, en Twitter, en los taxis, en sueños… No puedo parar. No quiero parar. ¿Un grupo de casados madridistas en Whatsapp? I’m SO in for that…

Y allá que voy. No tengo ni idea de quiénes están en el grupo, sólo conozco a dos o tres y el resto son números de teléfono anónimos que me reciben al grito virtual de “¡Otro polaco maricón!”. Xenofobia, homofobia y anti-barcelonismo en dos palabras. Me lo voy a pasar en grande, amigos. La foto de perfil es de Amunike, el  padre de Luis Enrique. No soy el único polaco maricón del grupo, creo que hay al menos dos más, pero se manifiestan poco. También hay un colchonero, que participa todavía menos porque su jefe anda por ahí y le tiene amenazado con un despido procedente antes de lo que se tarda en decir “Cholo”. Le he recomendado que se dé de baja hasta junio, no sea que ganen la final -o peor, que la pierdan- se venga arriba –o muy abajo- y a partir del 28 de mayo tenga que mandar los mensajes desde la puta calle.

¿Guardiola y Messi? ¡Error! Dos maricones polacos.

Esto es algo de maricones, seguro.

Son gente de bien. El 99% están casados y tienen hijo(s). Trabajadores, madrugadores. El administrador suele dar los buenos días a eso de las 6:30 AM. “¡¿Dónde están esos polacos hijos de puta?!”, pregunta. Como un reloj. Cada día del año. Y yo soy polaco, no sé si hijo de puta, pero si estoy despierto a las 6:30 AM sólo significa una cosa: no me he acostado todavía. O he ido a mear. Así que esos mensajes mañaneros los leo después, junto a los de un tipo que envía dos o tres veces cada hora una imagen de la manga de la equipación blanca: la copa de Europa, un 10, y RESPECT. Es como el Donnie de Lebowsky y sus “¡Y los Beatles! ¡Y los Beatles!”. Cualquier día hago de John Goodman y le digo, “Cierra la puta boca, 627666627”, o “No estás en tu puto elemento, 627666627”. Aunque el que no está en su puto elemento aquí soy yo, para qué engañarnos.

Así transcurren las horas muertas, esto es, las horas en las que no hay partido. Así y con un generoso muestrario de tías en pelotas. La escuela Marca está presente –de hecho, he dejado de leer el Marca-, el cuñadismo flota en el ambiente como el agua de colonia de Bertín Osborne. Hay que tener en cuenta que estos tíos ya  no pueden ver porno ni levantándose a las 6 de la mañana. Y por el flujo constante y generoso de mensajes diría que aquí se folla poco. Así es la vida familiar. Han vuelto a los orígenes, al modem 36k y diez minutos para bajar una foto de Jenna Jameson. Visita al WC, tres toques bien dados, y vuelta a la tarea. No es la rutina lo que nos hace infelices, es no aceptar la rutina. Ellos la aceptan, ergo son felices. Han aceptado la rutina, y la alopecia.

Así se alivia un madridista casado.

La mujer en el fútbol, según un hincha casado.

Cuando hay partido en juego, la cosa cambia y todo el rato me mandan a mamarla, a chuparla, a comerla, y me petan el celular con el miembro hipertrofiado de un negro que por lo visto se ha hecho viral –el miembro más que el negro-. Si marca el Barça, a mamarla; si marca el Madrid, a mamarla también. No doy abasto. De vez en cuando me expulsan del grupo sin motivo aparente. Lo hacen porque pueden, porque soy un polaco maricón. Y andaluz. Lo que se dice un apátrida, un renegado. Deberían extender mi cuerpo sobre el camino del Rocío y dejar que me pasaran por encima todas las carretas. A mi hermano, que no lo he presentado hasta ahora, pero dadle por presentado, le tienen amenazado de expulsión. Es madridista como el que más, pero no ha logrado meterme en vereda y eso le está costando insultos y amenazas, y dudas razonables sobre su inclinación sexual. Me siento mal por él, pero no es skin head, así que no me va a meter en vereda a mis años. Yo me quedaré con mi Barça aunque se vayan de España y acaben esponsorizados por Casa Tarradellas. Compraré muchas más pizzas. Mejor dicho, empezaré a comprar esas pizzas.

Ahora debo ausentarme. Hoy han cambiado el nombre del grupo a “Polacos maricones, nos vamos a Milán” y Whatsaap me informa de que hay 258 mensajes por leer. Me queda mucho que mamar, que chupar y que comer. Y mejor que vaya haciendo hueco, porque el 28 tengo boda y estaré offline durante toda la final. No dejes para mañana lo que puedas mamar hoy. Soy un polaco maricón, es mi sino.

Traductor, periodista a regañadientes, copywriter. Quizás nos encontremos en Esquire, Vice, JotDown o en Miradas de Cine. Como me sobra el tiempo, edito Factory.

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