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Albert Pla: “No tengo espíritu social”

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¿Se imaginan a una sociedad dentro de un círculo vicioso que funcionara por dinero, avaricia y manifestaciones? Pues eso es, de algún modo, lo que Albert Pla presenta en Manifestación, una obra musicoteatral que vendría a explicar la “puta mierda” de vida que tienen las personas. ¿Habría que contrastar el acto manifestatorio como también se contrastan las noticias para no caer en un bucle de ignorancia extrema? Bueno, tal vez, pero tal vez sería mejor quemar bancos y asesinar policías. Chi lo sa! 

“Tu vida es una puta mierda y lo sabes”, reza así en la pancarta que muestras en “Manifestación”.

La verdad es que fue todo una casualidad. Vimos esa pintada en la calle, nos hicimos una foto, uno se la enseñó al otro… y más tarde empezamos a montar el espectáculo. Alguien tuvo la idea de poner la pancarta con la puta frase y ahí se quedó. 

¿Es necesario que sepamos que nuestra vida es una puta mierda para ser más infelices o para ser más conscientes?

Yo es que todo lo que hago no lo hago para que la gente se ponga a reflexionar. No hace falta pensar tanto. No lo hago por darle un enfoque pedagógico, sino que es por mero enfoque artístico. Son las cosas que se te ocurren y dejas. 

¿Como una intuición?

Sí. Siempre que preparo algo, cuando escribo canciones o pienso en hacer algo, siempre lo hago por intuición. Primero se te viene algo a la cabeza y luego ves cómo te puedes sentir con esa idea; la manera de decirla o la manera de darle la vuelta. En eso estoy. 

¿Nunca te quedas con lo primero que se te viene?

Y también con lo segundo… y con lo que me hace gracia. A veces sí y a veces no. Quiero decir que tú vas pensando cosillas: las que puedes, las que ves… No me supone ningún esfuerzo. Las dejo y las hago. 

Tomas dos temas de “Somiatruites” (‘Todo es mentira’ y ‘Teófilo Garrido’) para “Manifestación”. ¿Un toque dramático?

Bueno, el toque dramático en la obra viene al final, cuando suena una música [Albert Pla hace el ritmo con la boca]. 

Eso sería más bien épico…

[Silencio] Sí, de acuerdo: epicodramático (risas). Bueno, un poco trágico. 

Épico sería entrar en un banco con una antorcha mientras suena esa música. Pero dramático sería salir del banco sin dinero.

Siempre había soñado con hacer la escena esa del tío al que le van disparando [simula el sonido de los disparos] mientras suena esa música. Creo que esta vez lo he conseguido (risas). 

¿Nunca te han denunciado por hacer apología del terrorismo?

Sí. [Silencio] Hombre, corre la voz y cada vez hay menos sitios –oficiales- en los que trabajar. Pero también hay gente que te contrata por otros lados. 

¿Crees que la gente saldrá a destrozar bancos o a matar policías después de ver tu obra? Yo creo que no. No lo hacen ya de por sí…

No, hombre, no creo. Tampoco me han dicho que haya pasado. Pero vamos, que la gente puede hacer lo que le dé la gana. A mí me da igual. 

Hombre, no sería mala publicidad que alguien quemara un banco después de ver tu obra.

¡Hostia! Pero eso me lo pondría más difícil todavía. Entre lo de la SGAE, las discográficas, lo del PP, lo de que eres catalán, la crisis, todo… se me pondría la cosa más difícil (carcajada). Pero bueno, que me pillen en casa si quieren. 

Ya vimos lo que le sucedió a Leo Bassi, ¿no?

Precisamente me acuerdo de una vez que lo fui a ver, pues decía que él antes se imaginaba a la gente saliendo de su obra para después quemar autobuses. Pero al final es algo que nunca ha pasado. Pero a mí me da igual porque no tengo espíritu social. 

Hay tantas manifestaciones que muchos no saben a qué van. Sucede con el exceso de información, ¿deberíamos saber contra qué manifestarnos?

Las manifestaciones casi siempre son por dinero. ¡Coño! La gente, cuando tiene dinero, no está preocupada, ¿sabes? Si tienen dinero no hay preocupaciones. 

O sea, ¿crees que se hacen manifestaciones por dinero y no por defender derechos?

Sí. Creo que a la gente le importa el dinero, básicamente. Y el mundo ahora está muy preocupado debido a que la gente no tiene dinero porque se ha creído que el dinero es importante y que así nos lo han hecho creer. Como también nos han hecho creer que los políticos son muy importantes y que todo lo que dicen es muy importante. El tema está en que a mí nunca me lo pareció. 

¿Te sientes molesto porque te hayan quitado el monopolio de la indignación?

[Silencio] Podríamos pedir derechos de autor por manifestarnos: “esa manifestación no está registrada. ¡Pues vamos a manifestarnos!” (Risas). ¡Hostia, qué puntazo! 

Recuerdo que una mujer viguesa registró el Sol.

¿Por los rayos del Sol? [Silencio] Es que es eso del dinero lo que te quería decir. Siempre llegamos al mismo sitio. 

¿El final de la película de Isaki Lacuesta en la que estás trabajando también va a tener que cambiar su final?  Unos atracadores, se monta un pollo…

Sí, el pobre Isaki las va a pasar putas. Sé que está cambiando el final porque le parecía demasiado suave, pero no sé mucho más. 

Una película también tiene el dinero como fin, al igual que una obra de teatro, como la tuya, por ejemplo.

¿Una obra de teatro? 

Sí, claro.

Tío, es mi trabajo. 

Si algún día las manifestaciones se dejaran de hacer por dinero, ¿se haría teatro o música sólo para defender el arte y no cobrar?

No [Silencio]. Hombre, yo creo que más arte del que he hecho yo sin cobrar es imposible. Y además, que no se trata de eso. Yo creo. [Silencio] Tengo mi trabajo y las cosas las hago con trabajo o sin trabajo… porque soy así. Hay muchas cosas que haces que nunca le vas a enseñar a nadie, pero no puedes evitar hacerlo por lo bien que te lo pasas. O como cuando te lías diez años con una canción porque cuando la acabas ya no puedes pensar más en ella [Albert Pla se encorva y el rictus se le cambia]. 

Observo que te pones taciturno… ¿te apenas?

No, no es un sentimiento de pena. Pero es eso, que tú haces las cosas inevitablemente, ¿sabes? 

Pero te da lástima acabar una canción…

Sí, mogollón [su tono de voz se entristece]. Hay muchas canciones que no acabo por eso. Hay canciones que estoy haciendo desde hace quince años y que nunca termino por eso mismo. 

¿Y prefieres estirar ese sentimiento antes que enseñárselas al mundo?

Sí, pero no es quedármelas, sino el seguir disfrutando mientras estoy haciéndolas. A veces te pasa. Me guardo muchas. Con ‘La colilla’ también me pasó. Hubiera estado diez años más haciéndola. Siempre me cago en la puta porque ya la hice y no puedo pensar más en ella y en lo mucho que me divertía. 

¿Te sucede lo mismo cuando acabas un disco?

Pero es que yo nunca hago discos. No me lo planteo así. Un disco para mí es grabar unas cosas que ya tienes. 

¿Es por lo que decíamos del impulso?

Es hacer una versión de una canción que ya tienes. 

Por lo tanto, ¿versionas la vida que has querido tener?

¿La vida? 

Sí.

No. Bueno… no sé. No sé a qué te refieres. 

Me refiero a que también puedes versionar tu vida en una canción.

[Silencio] ¡Uy! Pero yo es que me meto muy poco en vida. 

Bueno, pero no hablo de tu vida en sí, sino dentro de un concepto más soñador, como también lo son las manifestaciones.

¡Ah, bueno! Pero es que la imaginación es lo que da vidilla en el fondo porque también permite no pensar. No vayas a pensar que estoy todo el rato ahí pensado. También pienso chorradas: viajes, tías… (Risas). 

Y eso te da para tener material, ¿no?

Para nada, para perder el tiempo simplemente.

Madrileño y periodista, aunque no necesariamente en ese orden. Escribe para Esquire, Forbes, Gonzoo y Popular 1. Antes estuvo en Cambio16, Jot Down o Efe Eme, entre otros.

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