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Javier Moreno: “Soy un escritor al que resulta difícil adscribir a un grupo”

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Javier Moreno, autor de novelas como Click (Candaya, 2008; Nuevo Talento FNAC), Alma (Lengua de Trapo, 2011), así como del libro de relatos Atractores extraños (InÉditor, 2010) y de varios libros de poesía, recientemente ha publicado la novela 2020 (Lengua de Trapo, 2013), en donde recrea la España negra del futuro más próximo. ¿Qué sucederá dentro de siete años? ¿Dónde estaremos? ¿Se habrá estrenado Eurovegas? Javier Moreno no es un escritor al uso, pues tiene el “defecto” de estar conectado con la realidad que le rodea y escribir sobre lo que respira en vez de sobre lo que mandan los cánones del establishment. Javier Moreno es un escritor de pensamientos, no un escritor de historias con un desarrollo más o menos clásico. Javier Moreno no es un fabricante de películas noveladas. Su escritura reivindica la exclusividad de la literatura a la hora de adentrase en la mente humana, donde no cabe una cámara ni un micrófono.

Alma es la mejor novela fragmentaria de buenas ideas y buenas frases de la literatura española contemporánea. ¿No crees que la Generación Nocilla, en todo caso, se debía haber llamado Generación Alma?

Gracias por el cumplido. Resulta que yo no creo mucho en generaciones. Puede que haya afinidades entre autores, por supuesto, pero de ahí a hablar de generaciones… Soy un escritor al que, para lo bueno y para lo malo, resulta difícil adscribir a un grupo. Y tampoco llevo bien esgrimir banderas de ningún tipo, mucho menos generacionales. 

Cuando lees Nocilla Dream y Alma, olvidándote de quién la ha escrito, ¿cuál te gusta más? No se aceptan respuestas políticamente correctas en plan futbolista.

Ésta es la pregunta más capciosa que me han hecho jamás. No creo, de veras, que se trate de a o b, de negro o blanco. Creo que Alma y Nocilla Dream no tienen mucho que ver, que son inconmensurables, en términos literarios. Nocilla Dream me parece estupenda, tiene una frescura que creo que sigue manteniendo a pesar de los años. Alma es una novela que todavía sigue haciéndose su público, de manera lenta y soterrada, pero ininterrumpida.

¿Por qué escribes? ¿Sólo por vanidad o hay algún motivo más, aunque sea muy pequeño?

Ya sé que es un tópico, pero si escribo es por necesidad. Llevo dos años sin escribir poesía. ¿Por qué? Porque no lo necesito. No me preocupa lo más mínimo. Si algún día tengo que dejarlo, la poesía o incluso la novela, porque me interese más la cocina o la taxidermia lo haré. Nunca he querido hacer de la literatura un oficio.

Dime el nombre de una obra maestra clásica incuestionable. Bien, si ese libro se hubiera escrito ahora y el autor no tuviera contactos, ¿crees que llegaría más lejos de la autoedición y los 200 ejemplares vendidos?

No sé si Moby Dick vendería más de 200 ejemplares, pero tengo clarísimo que se publicaría. Los contactos pueden llegar a ser importantes a la hora de publicar pero al final la lectura es un acto que implica a dos personas, al lector y al autor. Si eso no funciona entonces todo lo demás se viene abajo. Creo que lo bueno al final acaba saliendo, con más o menos éxito en el mercado. En ese sentido sigo siendo un optimista recalcitrante.

Sé de buena tinta que no te gusta la literatura paródica. Te va la ciencia, las nuevas tecnologías y las matemáticas. ¿Por qué eres tan serio? ¿Tienes el síndrome de Asperger?

No soy serio en modo alguno. Todos aquellos que me conocen y me leen saben que el humor es muy importante para mí. Simplemente la parodia no me interesa porque se basa en estereotipos y los estereotipos son siempre fruto de una pereza intelectual. Es una manera de no enfrentarse en realidad al otro. La parodia, en general, obvia al prójimo, lo convierte en una caricatura. Y a mí me interesan demasiado los demás, todas sus facetas, su complejidad. Este dato, creo, me inhabilita como candidato a Asperger.

En 2020 sigues empecinado en la estructura fragmentaria, ¿no crees que ya la exprimiste al máximo en Alma? ¿Cuándo vas a escribir una novela de historia y personajes como Dios manda?

Dios no me ha llamado por el camino de las historias. En realidad, lo he dicho mil veces, las historias no me interesan, me aburren soberanamente. Somos seres fragmentados que viven en un mundo fragmentado. La continuidad del yo y del tiempo es ilusoria, ficticia. Una ficción necesaria para comprar una casa y fundar una familia, de acuerdo, pero no para la literatura. Y a mí, honesto como soy, no me gusta engañar a nadie. En ese sentido creo que soy radicalmente realista.

¿Qué le dirías a alguien sobre tu novela 2020 para seducirlo completamente y que corriera a la librería más próxima? Véndemela.

Si tuviera que vender mi novela diría que 2020 es algo así como un chute de literatura, que tiene una intensidad, una honestidad y una lucidez que pueden encontrarse en muy pocas novelas contemporáneas. En definitiva, una novela objetivamente imprescindible.

2020 le gustará a quien le gusten libros y autores como…

Don Delillo, Foster Wallace, Vila-Matas, Miguel Espinosa, Thomas Bernhard, Michele Houllebecq, Céline, Marc-Édouard Nabe, Deleuze, Zizek, Gödel y Bob Esponja.

El libro está enmarcado en la crisis económica española. ¿Te gustaría desbancar a Leopoldo Abadía y Miguel Ángel Revilla del ranking de los bestsellers?

No me hago ilusiones. Ése es mi lema.

¿Tendremos pronto un nuevo libro de Javier Moreno? ¿Estás en ello? ¿Por dónde irán los tiros esta vez?

Pronto, lo que se dice pronto, no creo. De momento, eso sí, sigo escribiendo. Probablemente continúe explorando el territorio de la inyocción, que es la intromisión del autor real en la ficción, y viceversa. Es un género, aviso, patentado. Abstenerse imitadores.

Gracias por todo y buena suerte. 

Enrique Rubio es un guionista y escritor nacido en Mordor (escombrera del levante español) pero ovetense de pleno derecho y polaco de adopción. Afín a tipos como Charles Bukowski, Chuck Palahniuk, Woody Allen o Yorgos Lanthimos, es autor de las novelas ‘Tengo una pistola’ (Planeta, 2009, finalista del premio Silverio Cañada) y ‘Tania con i. 56ª Edición’ (Destino, Premio Francisco Casavella 2011) y responsable a todos los efectos del blog ‘Me arrepiento del mañana’ (http://www.enriquerubio.es/blog).

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