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Macarena Gómez: “Un buen actor no es que deba hacer de todo, sabe hacer de todo”

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Los viejos rockeros, además de no morir nunca, rara vez mienten, y ya decían AC/DC hace treinta años aquello de “el camino a la cima es largo”. Es largo, sí, y requiere paciencia. Por supuesto, hay atajos que conducen a lo más alto, aunque suelen devolverte al suelo con la misma velocidad. No es el caso de la actriz Macarena Gómez (Córdoba, 1978). La Lola Trujillo de La que se avecina se ha labrado su carrera a base de tres ingredientes fundamentales: trabajo, trabajo y trabajo. Y castings, muchos castings. Y su talento, su descaro. No es una ecuación exacta y no garantiza nada; el factor suerte es, quizá, el más decisivo a la postre, pero, en cualquier caso, la Gómez no se ha quedado quieta esperando a que la diosa fortuna llamara a su puerta. Ahora, con más de cuarenta títulos a sus espaldas, entre largometrajes y cortos, está a punto de estrenar Las Brujas de Zugarramurdi, de Álex de la Iglesia, a la que aporta buenas dosis de su rotunda personalidad. Porque si hay algo impepinable respecto a la figura de esta cordobesa con alma catalana es que tiene la rara habilidad –probablemente innata- de centrar todas las miradas. 

Acabas de tener tu primera ‘experiencia De La Iglesia’, y llega no mucho después de trabajar con Garci. La noche y el día… ¿o no tanto?

Los dos son directores, que tienen muy claro lo que quieren -sus trayectorias evidentemente  lo certifican- y cómo lo quieren contar. Sus estilos son muy diferentes. Garci opta por el cine clásico y Álex de la Iglesia por el cine trepidante y moderno. A José Luis le gustan los planos-secuencia. A De la iglesia le gustan montajes muy picados y con mucho ritmo. Pero  los dos, cada uno a su manera, valoran mucho lo estético y la parte artística y visual. ¿En qué se parecen? Los dos admiran a los actores, saben cuáles son los personajes que quieren dibujar y, sobre todo, saben cómo conseguir de nosotros nuestras mejores interpretaciones. 

Recuerdo un ‘making of’ de ‘El Día de la Bestia’ que nos mostraba a Álex pegándole a los figurantes una bronca de aúpa. Se suponía que estaban en un concierto de heavy-metal, y aquello parecía Pachá a las siete de la mañana… Pero le entendí. ¿Sin tensión no hay perfección?

Un rodaje es muy duro. El director ha de controlar a un equipo de más de cien personas; si a eso le añades figurantes… En ‘Las brujas de Zugarramurdi’ llegamos a rodar escenas con quinientos figurantes. Llego a entender que sea muy estresante. A nadie le gusta trabajar bajo tensión, pero a veces para poder terminar a tiempo -porque el tiempo es dinero- es imprescindible que la haya esta tensión. Muchas veces por cansancio y  falta de concentración no nos comportamos debidamente en los rodajes y ahí está la figura del director para poner orden. 

Hace no muchos años alguien me pasó un corto en el que tenías un papel más que inquientante, ‘Cementerio de Elefantes’. Tu estampa es de las que no se olvidan, estaba seguro de que te había visto en otro sitio. El caso es que en poco tiempo te volví a ver en ‘Carne de Neón’, ‘Verbo’, ‘Holmes & Watson’… Y por supuesto está el boom de tu Lola de ‘La que se avecina’. ¿Este ‘negocio’ funciona así? ¿A arreones?

(Risas) ¿Comparas mi profesión con un partido de fútbol? Pero es cierto, los actores tenemos una profesión muy irregular. De repente atacamos y estamos de moda y luego desaparecemos hasta que volvemos a atacar. Aunque creo que esto pasa con todas las profesiones artísticas en general. 

Hablando de subir y bajar, Candela Peña se llevó este invierno unas cuantas ‘ondonadas de hostias’, que diría Bajo Ulloa, por pedir trabajo en la gala de los Goya. ¿La gente tiene una imagen distorsionada de lo que supone ser actor en España? Que todos sois millonarios…

Aquí discrepo contigo. A Candela no la juzgaron por pedir trabajo, yo he presenciado muchas galas en las cuáles ella también reclamaba trabajo y nadie la criticó. En los Goya la juzgaron por otras razones, pero en esta discusión no voy a entrar. Por otro lado, yo nunca he oído decir que los actores no seamos currantes. Sí he escuchado que vivimos del  cuento, por eso de que recibimos subvenciones. Sí creo que hay mucha gente consciente de que los actores cuando trabajamos hacemos jornadas maratonianas. Personalmente, cuando grabo ‘La que se avecina’, me levanto a las seis de la mañana y llego a casa a las cinco de la tarde. Y sí, tienes razón, la gente piensa que los actores somos millonarios, pero muy pocos pueden presumir de serlo. Este trabajo es muy irregular, un año ganas dinero, y al año siguiente nada. 

Volvamos con ‘Las brujas de Zumarragurdi’. Se podría decir que es la primera ‘super-producción’ en la que tomas parte, o al menos la primera película con un presupuesto que se sale de lo habitual en nuestro país, con participación de Universal, etc. ¿Es más cómodo trabajar así? Aunque ya me has hablado del estrés que conlleva algo tan grande…

No estoy segura de que ‘Las Brujas’ sea mi primera superproducción, creo que en ‘Sexykiller’ también se rodó con bastante presupuesto. A decir verdad, nunca sé con qué presupuesto se cuenta en cada una de mis películas, y me da igual. Yo voy a trabajar y a disfrutar, y la presión es la que yo misma me pongo por hacerlo bien. 

Hemos empezado comparando a De La Iglesia con Garci, aunque en realidad, viendo tu currículum, se diría que son los directores ‘raritos’ los que tienen debilidad por ti. El propio Álex, Balagueró, Plaza, Vigalondo… ¿Alguna explicación?

Siempre han dicho que me ven como una actriz “rara”, quizás por mi físico, mi mirada inquietante o por mi atrevimiento a la hora de construir personajes. La verdad, ¡me gustaría que estos directores me dieran una explicación! (Risas) 

¿El físico es lo que más condiciona la carrera de un actor? ¿O un actor debe ser capaz de hacer ‘de todo’?

Un buen actor sabe hacer de todo, no es que “deba”. El problema es cuando la gente que te rodea te encasilla o piensa que tu físico te condiciona. Yo he hecho de yonqui pero también de una cortesana del siglo XVII, y eso ha sido gracias a que los directores han sabido ver más allá. 

No te lo tomes a mal, pero haces de yonqui como nadie. Y de desequilibrada, ni hablamos. ¿Te preocupa que te salgan esos personajes de forma (aparentemente) tan natural? Tu Canija de ‘Carne de Neón’ le habría encantado al otro gran De La Iglesia de nuestro cine: Eloy.

¿Por qué me iba a preocupar? Al revés, me gusta saber que tengo esa capacidad. Y, por cierto, ‘Carne de neón’ es una gran película. Lástima que pasara tan desapercibida. 

¿Qué dirías que te ha costado más desde que empezaste hasta llegar adonde estás?

He de decir que soy una afortunada, porque he trabajado casi de forma constante desde que  empecé. Aunque ahora me haya hecho popular con la serie, yo era igual de feliz antes haciendo mis películas con directores noveles. Lo complicado es mantenerse y, para eso, hay que estar constantemente reciclándose. Si no estoy rodando hago cursos, me involucro en rodajes de cortos, estudio una carrera… 

Por cierto, ¿fue duro perder el acento cordobés?

A mí nadie me ha obligado a perder mi acento cordobés. Ya no lo tengo muy marcado pero por evolución natural, porque llevo media vida fuera de Córdoba. En muy pocos trabajos me han obligado a perder mi acento: si hablo en castellano es por decisión personal, porque considero que es más apropiado para el personaje. La Canija la hice andaluza porque en su día me sentía más cómoda  así, nadie me lo impuso. En otros casos interpreto a personajes con otros acentos. Por ejemplo, para  la película de Antonia San Juan, ‘Del lado del verano’, tuve que aprender canario. Es cierto que años atrás exigían un acento neutro pero, afortunadamente, últimamente se empiezan a escuchar más acentos, lo cual enriquece la historia y se asemeja más a la vida misma. 

Hay que rendirse a la evidencia de que nada te hace más popular que la televisión. Ahora bien, ¿es un arma de doble filo? Que todo el país, directores incluidos, te conecten inmediatamente con Lola Trujillo. ¿Cómo se lucha contra eso? Ya que desaparecer de la pantalla por un tiempo, dada la naturaleza de tu profesión, pues no es una opción, a no ser que tengas un rancho como el de Harrison Ford…

Son los espectadores los que directamente me asocian a Lola. Sin embargo hay muchos directores y gente de mi profesión que ni siquiera me ven en la tele ni saben que hago una serie. A mí no me ha perjudicado en absoluto. Yo nunca he dejado de hacer cine por salir en la televisión. Al contrario, en mi serie me respetan y me permiten desaparecer para rodar películas. ¡A lo mejor yo tengo un rancho a la española! (Risas) 

¿Qué me dices del instrusismo? A estas alturas has hecho de todo: series, mini series, películas para la tele, cortos, largometrajes… Y en algunos de esos proyectos te has topado con modelos convertidas en actriz, o ex-presentadoras, o ex-parejas de… No hace falta dar nombres, pero, ¿a un actor que se ha formado, que se ha buscado la vida por tierra, mar y aire, no le molesta que de repente llegue tal persona y consiga en un día lo que a ti te ha costado diez años?

A mí el intrusismo no me molesta siempre y cuando el intruso lo haga bien. Ser modelo, cantante o presentador no es sinónimo de ser mal actor. Tampoco voy a decir nombres, pero sé de muchas presentadoras que se han convertido en maravillosas actrices. Si un “intruso” consigue la fama de repente y no demuestra su valía, cae por su propio peso. Es algo que no me preocupa. 

Un poco de filosofía/psicología para terminar… Cuando tratabas de convencer a Buenafuente de que aceptara un salto en paracaídas que le regalaste dijiste algo así como que “todo lo que da miedo en la vida hay que probarlo. Hay que superarlo”. ¿No le queda ningún miedo por superar a Macarena Gómez?

Puede… pero aunque los tuviera no os los iba contar. (Se ríe) 

fotos: Gonzalo Sanguinetti

Traductor, periodista a regañadientes, copywriter. Quizás nos encontremos en Esquire, Vice, JotDown o en Miradas de Cine. Como me sobra el tiempo, edito Factory.

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