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Martha Wainwright: “La sola experiencia de crear música es ya un motivo de felicidad”

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Hagan la prueba; vayan a cualquier ciudad o pueblo de Canadá y pregunten por la familia McGarrigle-Wainwright. La respuesta, una sola palabra: música. A eso llevan dedicándose desde hace algunas generaciones, siendo quizá los cachorros de la manada, Martha y Rufus Wainwright, los que más fama han alcanzado –son estos unos tiempos más ‘globales’-, pero con figuras como Loudon Wainwright III o las hermanas McGarrigle, Kate y Anna, fundamentales para entender parte de la historia del folk norteamericano. Martha ha visitado recientemente nuestro país con nuevo disco bajo el brazo, Come Home to Mama, un viaje catártico que le ayudó a superar la dolorosa (y demasiado temprana) pérdida de su madre, Kate McGarrigle, y a reencontrarse con su faceta de compositora tras su tributo a la gran Piaf en Sans Fusils, Ni Souliers, à Paris. En un mundo con muy poca clase, Martha supone un oasis de sibaritismo sonoro capaz de conquistar a los paladares más exquisitos. 

Le dedicas tu último disco a tu madre, que nos dejó hace unos años, pero también a tu hijo, que nació poco antes de que Kate falleciera. Desde luego hay mucha carga emocional en algunos pasajes de ‘Come Home to Mama’. ¿No temes ‘exponerte’ de esa manera?

Creo que cuando sientes ciertas cosas, cuando hay en juego emociones tan intensas, y te dedicas a escribir canciones, es complicado evitar que todo eso se traslade a la música y a las letras. Está claro que en este disco revelo muchas cosas muy íntimas pero, al fin y al cabo, no son tan distintas de los que otra persona cualquiera puede sentir en un momento dado. No hay nada fuera de lo común. 

Te lo decía porque, obviamente, no es lo mismo para Mick Jagger cantar ‘Satisfaction’ o ‘Sympathy for the Devil’ que entregar en el escenario una parte de sí mismo. Probablemente ‘Satisfaction’ ya no signifique nada para Jagger pero, en tu caso, al enfrentarte a ciertas canciones debes de alguna manera ponerte en situación. Y quizás no siempre te apetezca cantar sobre cuestiones dolorosas…

Bueno, esas canciones, esas letras, deben ser capaces de hacer que te metas en el papel, por decirlo de alguna manera. A mí me gusta, por ejemplo, cantar un tema triste y después hacer algo cómico. Un gesto, contar una anécdota graciosa… Algunas canciones pueden remover en ti sentimientos muy profundos, e incluso pueden dejarte tocadas para el resto del concierto, pero una tiene que controlar la situación cuando estás en el escenario. Hay que saber saltar de un personaje a otro. 

De todas formas, ‘Come Home to Mama’ no es en absoluto un disco triste. Excepto, quizá, por “Proserpina”, un precioso réquiem folk. Una canción que escribió, tu madre, creo. ¿Por qué elegiste esa de entre todo su cancionero?

“Proserpina” fue la última canción que mi madre compuso, poco antes de morir, y creo que resume bastante bien la rabia y la confusión que he sentido a veces. Es muy sencilla, muy directa, así que se te graba con facilidad en la cabeza. 

Aunque tanto tú como tu hermano venís de una estirpe de músicos, ninguno de los dos ha seguido los pasos de vuestros padres en lo tocante al estilo musical que practicáis. Tu hermano es como un espectáculo de Broadway andante, y tú haces de todo menos folk puro y duro. ¿Estamos ante la típica rebelión contra las figuras paternas?

Al contrario. Creo que es precisamente una evolución directa de la forma de ver la música que siempre tuvieron nuestros padres. Siempre fueron muy fieles a sí mismos, haciendo música absolutamente íntegra, honesta. Y creo que esa ha sido su mayor influencia sobre Rufus y yo; la honestidad. 

Lo que es seguro es que estás decidida a no grabar el mismo disco dos veces. Dudo que tus fans sepan qué esperar del siguiente trabajo de Martha Wainwright. ¿Cuál dirías que es tu ‘sello’?

Es que tengo un gusto musical muy amplio. Me gustan cantautores de todas partes del mundo, algo de pop, me gusta el punk, el country… Es difícil elegir un estilo que me defina del todo, porque soy un poco camaleónica. De hecho, en los shows y en los discos echo mano de personajes y voces diferentes, y creo que eso es lo que me diferencia de los demás. 

Cierto. No eres sólo una cantante, eres una intérprete. Cantas con tu voz, pero también con tus manos, con tus ojos… Precisamente ese lenguaje corporal tuyo me recuerda mucho a Édith Piaf, a quien además dedicaste un disco hace unos años (‘Sans fusiles…’). ¿Ha sido ella tu mayor influencia? ¿Cómo entraste en contacto con su música?

De pequeña escuchaba a Édith de vez en cuando, así que creo que ha sido una influencia importante. Siempre me han gustado las cantantes fuertes, con personalidad, y desde luego la Piaf cantaba con una intensidad que me gusta emular. Pero el disco que mencionas se hizo gracias al productor Hal Willner. Fue idea suya, y entre los dos elegimos el repertorio. 

¿Crees que Edith llegó a ser realmente feliz alguna vez? Se crió en un burdel y llegó a ser una de las personas más famosas del mundo, pero tuvo muy mala suerte en el amor, el martirio de la enfermedad. Me pregunto si toda la riqueza y la popularidad significaban algo para ella…

Probablemente era más feliz cuando estaba encima del escenario, cantando. Aunque tus canciones hablen de dolor, aunque sean tristes, la posibilidad o la libertad de poder expresar en público todo eso es algo que te llena y te satisface. Es como bailar. Y es que tal vez el trabajo de los artistas no consista en ser felices todo el tiempo. Pero la sola experiencia de  crear música es ya un motivo de felicidad. 

¿De dónde os viene a tu hermano y a ti la vena ‘dramática’? Vuestros padres eran unos músicos, digamos, mucho más sobrios, más de la vieja escuela. Piano, guitarra, voz y punto…

Yo di clases de teatro, y de alguna manera tenía que estar a la altura de las dotes de Rufus para la actuación. Pero en realidad no sé por qué hemos acabado siendo así. Quizá es que crecimos en un ambiente que siempre fue un poco teatral. 

¿Nunca te has sentido tentada de hacer cine?

¡Me encantaría hacer una película o una obra de teatro! Es algo en lo que pienso a menudo, y en algún momento tendré que ponerme las pilas e ir a por ello. Pero lo primero es lo primero; hay que empezar a trabajar en el próximo disco. 

Aunque ahora vives en Brooklyn, eres canadiense de pura cepa. De Quebec para más inri. ¿Por qué le es tan difícil para un artista canadiense hacerse un hueco en el mercado de Estados Unidos?

No sé si es difícil para los artistas canadienses o si es difícil en general. Sé de buena tinta que la gente que está en sellos canadienses no pasan automáticamente a distribuidoras estadounidenses. Supongo que consideran que son mercados distintos. Canadá pone mucho énfasis en proteger a sus artistas, en apoyarlos, en reivindicarlos como canadienses, y tal vez sea esa insistencia en resaltar el factor ‘canadiense’ lo que haga que esos artistas sean poco atractivos a ojos de los estadounidenses. Pero es que Canadá no tiene nada que ver con Estados Unidos, gracias a Dios. Dejemos las cosas como están. 

Habiendo crecido en un escenario, como el otro que dice, y ahora que eres madre, ¿prefieres que tu hijo se quede en Brooklyn mientras estás de gira o te gusta llevarlo contigo?

Me encanta cuando puedo llevarlo conmigo, pero no es siempre viable económicamente. No es fácil. Digamos que se viene conmigo la mitad de las veces. Creo que a él también le gusta la carretera. Es complicado encontrar el equilibrio entre ti carrera como músico y la maternidad. Es muy, muy difícil. Tienes que renunciar a cosas en los dos ámbitos. ¿Es lo mejor para tu carrera tener hijos? No, desde luego. ¿Es maravilloso tener hijos? Por supuesto. Así que… 

Y tú, más que nadie, sabes que será muy difícil evitar que tu hijo se dedique a la música en caso de que no te seduzca la idea. ¿Querrías que fuera músico?

Sería muy triste si no se metiera de una forma u otra en la música, porque eso supondría el final de una era. ¡Aunque tampoco me importaría demasiado!

Traductor, periodista a regañadientes, copywriter. Quizás nos encontremos en Esquire, Vice, JotDown o en Miradas de Cine. Como me sobra el tiempo, edito Factory.

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