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Rebekah Delgado: “De quien más me río es de mí misma”

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Si el sueño de la razón produce monstruos, como reza el título de ese cuadro de Goya que ilustra la portada del primer disco en solitario de nuestra protagonista, el sueño de Rebekah nos lleva a parajes de aparente calma, a aquellos bosques al borde del crepúsculo por donde paseaba, ajena a todo, la feliz Caperucita. Pero los lobos siempre acechan, y la amiga Delgado se ha fajado ya con unos cuantos de ellos, reales o imaginarios. Ahora, más de una década desgranando sus inquietudes artísticas en diferentes bandas (The Last Army, Ciccone), admite que Londres le quema, como ciudad y como concepto, y, sin embargo, uno encuentra en Rebekah la perfecta representación del espíritu cosmopolita de la ciudad del Támesis, donde tradición y ebullición cultural convivían como hermanas bien avenidas. Y es que, sin personajes como Rebekah Delgado y su troupe de amigos y músicos, se nos antoja que Londres sería menos Londres.   

Lanzarse en solitario después de estar siempre respaldada por una u otra banda, ¿asusta más que libera?

Fue más liberador que otra cosa, pero también me asustaba. Ahora que vuelvo a tener una banda ya no echo de menos aquella época, porque en este grupo hay una camaradería que nunca antes había sentido. Lo cual no deja de ser irónico. He encontrado por fin aquello que buscaba pero para encontrarlo tuve que deshacerme de todo lo anterior y empezar de nuevo. ¡Toco madera! 

Eres una insomne confesa, muy a tu pesar, y no es casualidad que el disco se llame ‘Don’t Sleep’. ¿Cuántas de las nuevas canciones han nacido en esas horas en las que el resto de la humanidad está durmiendo plácidamente?

Pues la mayoría. Me inspiro más por la noche, eso está claro. Muchas las escribí en un sótano lleno de humedad, casi siempre después de media noche, y con una botella de whisky bien cerca. La noche es el mejor momento para componer, y el invierno es la mejor época. 

¿Se acostumbra uno al insomnio alguna vez?

Para nada. Te vuelves loco. Todo es gris y como a cámara lenta cuando no duermes lo suficiente. Todo te cuesta trabajo, te desesperas; cualquier cosa te hace reaccionar de una forma muy emocional. ¡Por eso la privación de sueño es un método de tortura tan eficaz! Es como vivir en una realidad paralela. Y la ansiedad lo exagera todo. A los 16 años conseguí que me recetaran por fin píldoras para dormir, y eso me vino bien durante algunos años; pero la ley cambió –por el auge de ese tipo de sustancias en el mercado negro- y volví a quedarme bien jodida. Volví a las pastillas hace no mucho y ha sido como tocar el Cielo. Aunque podrían cortarme el grifo de nuevo en cualquier momento. 

Has trabajado muy duro para sacar este proyecto adelante, y no ha sido un parto fácil precisamente. Ya lo dijo Thomas A. Edison: “el talento es 1% inspiración y 99% transpiración”. ¿Estás de acuerdo con el célebre inventor?

Totalmente. El talento debe estar ahí, pero la gente vaga nunca llega muy lejos. En otros tiempos pensaba que lo más importante en el rock and roll era la actitud –era muy nihilista- y que no había que dedicarle demasiado tiempo a la música. Ahora, sin embargo, no paro de trabajar; tengo una ética de trabajo brutal. Pero no sólo en lo que se refiere a tocar o componer, sino también a la organización, la publicidad… Mi amigo Chris y yo –Chris es mi socio en FITM Records- hacemos el trabajo de seis personas. Es todo muy ‘hazlo tú mismo’, pero con mucha ambición. 

¿Y qué lecciones has aprendido de todo el proceso? Aquellas cosas en las que no reparabas cuando eras parte de un grupo pero que ahora has tenido que afrontar…

¿Lecciones que haya aprendido? Por ejemplo, no trabajar hasta que te caigas redonda al suelo –sin ir más lejos, hace poco estuvimos 32 horas sin tomarnos un solo respiro-. He aprendido a tocar mejor la guitarra, porque me hacía falta. Aprendí a grabar y a producir desde mi propia habitación… O que mostrarte vulnerable en el escenario es algo que a la gente le gusta y que cuanto más me ‘expongo’ mejor reacción obtengo del público. Luego, algo a lo que aún me tengo que acostumbrar es a que me hagan fotos. ODIO que me saquen fotos, lo cual es un problema en mi oficio. Siempre pongo caras raras. Sé que esto tiene que ver más bien con el narcisismo, pero es que nunca sé qué parte de mí verá la cámara. 

Hay sentimientos muy profundos en las nuevas canciones. Hay algo de confesional en muchas de ellas. Pero ya me acabas de decir que ahora sientes que te abres más al público…

Es algo catártico. Aun así, me gusta pensar que he logrado mezclar lo real y lo ficticio y que nadie puede distinguirlo. Quería que hubiera un punto católico, o confesional, como tú has dicho, en algunos de los temas. Que fuera incómodo de escuchar en algunas partes. En cualquier caso, quiero creer que el disco es una entidad independiente. Sí, puede que diga más de mí de lo que me gustaría, o que el disfraz no sea tan opaco como creo.  

Los que te siguen saben que tienes un sentido del humor prodigioso. ¡No pareces inglesa! Sin embargo no es ese el rasgo que más sacas a relucir a la hora de escribir canciones… Nadie se va a reír escuchando ‘Don’t Sleep’. Podremos emocionarnos y llorar contigo escuchando “Sing you through the storm” o “Sunrise”, pero no reírnos…

Bueno, he leído algunas reseñas en las que se habla de un sentido del humor muy oscuro que emana del disco. Sí que hay humor, pero está mezclado con otros matices, con juegos de palabras; a veces va ligado al melodrama. No sé. Desde luego tengo un sentido del humor muy irónico, pero de quien más me río es de mí misma. Me crió una mujer andaluza, así que ese tipo de humor lo aprendí de ella, desde luego. A menudo voy por ahí con una sonrisa dibujada en los ojos, y no es porque me sienta feliz o porque me esté riendo de nada ni de nadie… Es sólo que la vida me parece muy surrealista. De todas formas son los momentos difíciles los que te llevan a exorcizarte escribiendo una canción, así que hay bastante oscuridad en el disco. Si tú no sientes o no te crees aquello que cantas nadie lo va a hacer. 

Hablando de humor y de tus raíces andaluzas, ¿entiendes bien los chistes de tus familiares gaditanos? En teoría el humor es universal, pero no lo tengo tan claro… ¿Cómo se le explica una chirigota de Cai a una londinense?

No conozco muchos chistes gaditanos. Hace relativamente poco que me puse a aprender español de verdad, así que me he perdido muchas cosas, claro. Las chirigotas, por lo que sé, no se diferencian tanto de lo que hacen muchos cómicos ingleses. Es como una versión musicada de eso. Aquí en Inglaterra también hay mucha sátira, pero la música y las bromas van por separado. Algunos chistes son universales, desde los que tienen que ver con cualquier tipo de tabú como los chistes sobre las suegras. Cosas así las entiende todo el mundo, sea de donde sea.

Dicen que en Nueva York no queda nada o casi nada de la escena alternativa de otras épocas. Ahora es una ciudad de ricos y de snobs. ¿Qué hay de Londres? Como decía Joe Strummer, ¿Londres sigue ‘llamando’?

A mí Londres ya no me ‘llama’. Llevo aquí más de diez años y se me está comiendo viva. Londres es para ricos. Sobre todo hoy en día, no es el mejor lugar para los que queremos abrirnos paso desde abajo. Las cosas buenas que Londres ofrece no son para nosotros. Incluso el transporte público se ha puesto demasiado caro y hay quien ya no puede acceder a ello. Por no hablar del precio de los alquileres, que ha obligado a muchísima gente a mudarse al extrarradio, o incluso a largarse del país –una especie de segregación social nada sutil, por cierto-. La situación política da miedo; nunca pensé que volvería a ver ciertas cosas, como el retroceso en derechos sociales, que ahora están en unos niveles casi parecidos a lo que había en el período de entreguerras. […] Me lo he pasado de fábula en Londres, he conocido a gente maravillosa y he formado parte de cosas increíbles. Y sí, cuando me paro en cualquier puente de la ciudad, cuando cae la niebla y miro al Támesis, siempre me impresiona; pero creo que ya he peleado demasiado en esta ciudad. […] Si hablamos de la escena musical, más de lo mismo. Muchísimos garitos han tenido que cerrar por la crisis o porque les han subido los alquileres hasta lo indecible. Después los han sustituido por apartamentos para pijos o restaurantes de postín. Los grupos que empiezan apenas tienen donde tocar. Ojalá surgiera algún tipo de movimiento contracultural, pero por ahora no veo que haya nada de eso.

Para la portada de ‘Don’t Sleep’ has tenido el buen gusto de recrear una obra de Goya, “El sueño de la razón produce monstruos”. ¿Dónde duermen los monstruos de Rebekah? ¿En el armario o en sus canciones?

Mis monstruos son como los de todo el mundo: duermen en mi cabeza. Mientras tengas claro que fuiste tú quien los creó y que, por lo tanto, puedes destruirlos, la cosa irá bien. 

Estoy convencido de que algún día tu mitad gaditana ganará la partida, te exiliarás en alguna playa del sur y gritarás eso de “¡Gibraltar español!”. Hasta entonces, ¿qué costumbres andaluza practicas con más devoción?

(Risas) ¡Creo que has dado en el clavo! Y por supuesto que Gibraltar debería ser español. Para mí es complicado descifrar qué tengo de española y qué de inglesa. No creo que practique ninguna costumbre andaluza, soy una ‘mestiza’. Ni sé cuándo es mi santo ni qué día llegan los Reyes Magos. Eso sí, siempre tengo las paredes muy blancas y tengo un olivo que va conmigo allá donde yo voy. Odio el frío, hago cada dos por tres lentejas con chorizo y tortilla de patatas… Pero, si hablamos de costumbres… Tengo que descubrirlas todavía.

Traductor, periodista a regañadientes, copywriter. Quizás nos encontremos en Esquire, Vice, JotDown o en Miradas de Cine. Como me sobra el tiempo, edito Factory.

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