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El fundador, la persistencia del mal

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Mitología y triunfo. ¿Existe relación entre Ulises y Ray?

Tal como hizo Ulises al regresar a Ítaca para reunirse con Penélope tras una ausencia de veinte años, así regresa un fatigado Ray Kroc (Michael Keaton) de sus viajes tras un vano intento por sacar a flote su ramplona vida laboral. Mientras, su esposa Ethel (Laura Dern), habitando en una mezcla de resignación y condescendencia, le aguarda paciente.

Pero, a diferencia de Penélope, la fiel y devota cónyuge de Ulises, Ethel no teje cada día ni deshace cada noche un sudario. Tampoco se ve asediada por una corte de pretendientes mezquinos. Solo espera, escucha, tolera y reconforta. Esta mujer es una víctima de su hombre, el que a lo largo de dos horas de metraje se convertirá en un tiburón que lo devora todo. Literalmente.

Desde luego, Ray Kroc no es un héroe, aunque quizás algunos lo vean así: alguien que ha pasado de vender artículos sin excesiva fortuna a fundar un imperio de restaurantes. En una época en la que medimos el triunfo personal por el rasero de los bienes materiales, este individuo es el mayor triunfador que uno pueda imaginarse. Un modelo a seguir. Su trayectoria fue directa, apartando de su camino todo tipo de obstáculos, profesionales (los eclipsados verdaderos fundadores, los hermanos McDonald) o personales (su mujer Ethel). La recompensa: una compañía de dimensiones colosales y una esposa, Joan Smith (Linda Cardellini), que demostró desde el comienzo ser un tibio reflejo de él mismo.

Igual que la flecha disparada por Ulises a través de doce hachas cruzadas con el fin de demostrar su identidad, así los actos de Ray Kroc fueron definiendo su verdadera naturaleza. Y no es otra que la de un hombre ambicioso e imparable que no ceja en conseguir lo que busca, atropellando a quien sea necesario durante el proceso. Él lo llama persistencia.

Rodaje rápido, funcionamiento veloz

John Lee Hancock solo necesitó veintidós días de rodaje para llevar a buen puerto un guion que se debate entre la biografía y el melodrama. En él se recuperan las figuras de dos hermanos que hicieron historia, Dick y Mac McDonald (Nick Offermann y John Carroll Linch). Una magnífica relación con sus empleados y la comunicación efectiva fueron las herramientas con las que ellos diseñaron un sistema innovador dentro del ya de por sí exigente mundo de la restauración. Carecían de una ambición destructiva. Sabían lo que querían: precios económicos, rapidez y amabilidad, y a qué público objetivo se dirigirían.Su ambición no iba más allá del flujo de ingresos constante. Lo consiguieron. La transparencia de sus actos redundó en un modo de vida que les satisfacía, reflejándose en una actitud óptima hacia sus empleados/compañeros de trabajo. Todo iba bien hasta que Ray Kroc, un hombre de mediana edad, hastiado de viajes sin retorno, entró en sus vidas.

Primer Mcdonald´s en San Bernardino, California. Imagen vía yurtopic.com

Suele ocurrir que los comportamientos nobles resultan unidimensionales en las historias de ficción. Quizá por eso los hermanos McDonald son meros personajes secundarios en El fundador. En oposición a su honesto conducirse por la vida se alza la figura de Ray Kroc. Al principio pequeña, incluso discretamente fuera de plano, observando todo cuanto acontece a su alrededor. Manejando hábilmente sus habilidades comerciales, halago y curiosidad, pronto se gana la confianza de los hermanos. Es un depredador emprendedor experimentado, de ideas claras y determinación arrolladora. Por supuesto, su carisma es más que suficiente para obnubilar la conciencia limpia de sus nuevos colegas. Con ellos labra una alianza profesional de futuro que poco a poco irá adaptando a sus propios intereses.

La línea de locales fundados, o mejor dicho remodelados, por Ray Kroc presume de un funcionamiento conciso en su proceder, impecable en su ejecución y, sobre todo, práctico. Todo esto se lo debemos al buen hacer de los hermanos. Pero sabemos que estos restaurantes se articulan alrededor de un personal humano. Fue Ray Kroc quien se encargó de que existiese una jerarquía de mando dentro de cada uno de sus locales, algo comprensible si tenemos en cuenta el formidable crecimiento geográfico de su negocio. Esta estrategia le permitió controlar todos y cada uno de los restaurantes sin sacrificar la calidad de los productos que vendían. De este modo podía concentrarse en la adquisición de nuevos terrenos y abrir más puertas a los hambrientos americanos de mediados de siglo, público y potenciales franquiciados. Para entonces, los hermanos eran ya historia. Los apartó de su camino con un sustancioso soborno.

Gran parte del éxito de los restaurantes de comida rápida se basa precisamente en eso, la celeridad. El procedimiento de preparación de un pedido se sostiene en una coreografía casi perfecta. Ray Kroc entendió muy bien las enseñanzas de los hermanos y las explotó al máximo. Hoy en día, tal principio se mantiene. La larga sombra del hombre que avasalló a los verdaderos fundadores, y a su vez aprovechó su entrenada capacidad de persistencia adaptándola a su propio beneficio, más allá de lo económico, se cierne sobre cada uno de los locales que lleva su nombre. No solo disfruta el cliente de un producto de calidad servido con prontitud, sino que también tiene entre sus manos el desenlace de una fría lucha entre el bien y el mal.

El secreto

No se suele conocer lo que hay tras la sonrisa del amable empleado. Mientras dure su turno, tal vez ni siquiera sea una persona, tal vez solo sea una pieza en ese puzle milimétrico. Más allá, entre los vapores de la cocina, flota la sombra de un hombre desalmado. Ese mal aún persiste en muchos de sus entornos, camuflado en un despotismo que saca lo mejor de sí valiéndose de unos procedimientos que en ocasiones sirven tan solo para favorecer a líderes de dudosa eficacia en cuanto a coherencia y habilidades de organización y gerentes que han perdido la capacidad de mando. Y efectivamente, ahí está la sonrisa blanca del tiburón de palabra fácil. El mismo que ha devorado a los hombres cuyo legado habría sido mucho más justo y ecuánime.

El fundador es la historia de la caída de dos gigantes a manos de un Ulises desalmado que ni siquiera tiene carácter, honestidad ni determinación para salvar su matrimonio con una mujer honesta. Por desgracia, si no consiguió más aún, es porque no persistió en ello. Nada bueno puede surgir de un fundador que se ha valido de una persistencia orientada a lo vil.  Menos mal que solo se dedicó a los restaurantes de comida rápida.

Colaborador en Factory Mag y lovecraftzine.com. Máster de fictionos.com espacio para el terror y otros entornos habitados por reflexiones pocas veces vistas.

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